SEPIA CON PATATAS [Hoy me cae un castigo]

CAL 369,0 · HC 25,4 · PR 27,6 · GR 12,9 [POR RACIÓN]

Sepia patatas 1 Sepia patatas 3

Estoy aquí robando vilmente y copiando de la de al lado, como en el cole, y me da a mí que me cae un castigo de fijo [si me pillan, claro]. Sólo espero que Isa no se chive de que le he saqueado la cocina y me he llevado su jibia en salsa con patatas para esta nueva edición de #asaltablogs y encima la he tuneado a mi aire. Porque ya no es como antes, pero me cae un castigo por copiar, eso seguro. Y otro por choriza.

Y es que ahora a los niños te los educan por la tele. Tienes un niño respondón y o te lo arregla supernanny o te lo endereza hermano mayor. En mis tiempos esto no era así, vamos ni por asomo. Te enderezaba tu padre de un guantazo, y punto. O te castigaban en tu cuarto, para trastadas menores. Eso, en casa que el cole… era otro mundo.

Cuando yo aún llevaba babi, las señoritas del colegio se sumaron a la nueva ola de castigos que surgió justo después de la moda de atizarte en las yemas de los dedos con una vara de avellano [por los pelos me libré]. Siendo España un país que aspiraba a ser civilizado, o al menos a parecerlo, las instituciones de la enseñanza dejaron atrás aquellos castigos corporales y pasaron a métodos más modernos.

Como los niños de entonces jugábamos en los columpios y colgandonos de los árboles, y ambas cosas no se podían retirar de la vía urbana para castigarnos, [la vida moderna facilita los castigos porque los mandos de la wii caben en un cajón cualquiera] buscaron métodos de castigo alternativos y eficaces.

El preferido de mi colegio, lo más de lo más, después del clásico de cara a la pared al que seguía la coletilla de para que pienses [¿?] era copiar en el encerado. Te daban una tiza, y todo el recreo por delante, y te ponían a escribir 20 o 30 veces la misma frase, que solía tener un corte censor del tipo No volveré a jugar al balón o No volveré a llamar tonto a Manolito. Y no te hacían reflexionar, porque nadie te explicaba por qué no podías hacer lo que querías.

Esta moda llegó a mi casa. Como si a base de repetir las cosas te las fueras a creer, o algo así. Que tú copiabas, pero seguías sin estar nada convencido. Mi padre, que no sabía inventarse castigos propios, una vez me hizo copiar los diez mandamientos 100 veces, en uno de esos cuadernos de cuadros que para mi alivio no tenían más páginas, acto que hizo mucho por forjar mi espíritu [y asegurarme de que no me volvieran a pillar pecando] y muy poco por afianzar mi fe.

También había algún castiguillo residual, que aplicaban algunos profesores sueltos, como el lanzamiento de borrador o de tizas de una profesora con cierta tendencia a perder los nervios, o el tirón de orejas con el que una profesora de la vieja escuela te podía levantar en vilo sujeto solo del lóbulo de una oreja. Y nunca subestimemos el cuelgue, te cogían por los pies y te suspendían boca abajo un rato para que pensaras en el mal que habías hecho.

Y todo esto, sin previo consenso. Que nadie se sentaba contigo a discutir lo que estaba bien o estaba mal, que vale que eras un enano pero seamos serios, los niños no son tontos. Algo tendrán que decir sobre el porqué de sus acciones, ¿no?

Pues nada, sin derecho a réplica. El mundo estaba dividido en dos categorías: lo que está mal para los mayores, y lo que está bien para los mayores. Y rara vez estabas tú de acuerdo con cómo clasificaban las cosas. Pero claro, como nadie te contaba nunca qué criterio usaban, pues andabas toda la infancia hecho un lío tremendo y copiando mandamientos a todo trapo.

Pero todo pasaba, y al final, volvías a casa y tus padres, como son tus padres, pues te querían, qué remedio. Y te cuidaban y alimentaban todo el tiempo que no te mantenían castigado en un rincón o copiando mandamientos. Que no es poco.

Sepia patatas 2

INGREDIENTES
[2 PERSONAS]
 
Sepia limpia, 300 g
Patatas, 300 g
Cebolla, 100 g
Ajo, 2 dientes
Vino blanco, 1/2 vaso
Fumet de pescado
Laurel, 1 hoja
Aceite, 1 cucharada [15 ml]
Sal, pimienta blanca
Piñones, un puñadito

 

MODUS OPERANDI

En una olla vamos calentando el aceite a fuego bajo mientras pelamos y picamos los ajos y la cebolla. Cuando lo tengamos listo, subimos un poco el fuego [sin pasarnos] y lo pochamos todo con una pizca de sal durante unos 5-10 minutos, lo que tarde la cebolla en ponerse un poco blandita.

En este tiempo podemos ir troceando la sepia como más nos guste, y la incorporamos a la olla junto con los piñones. Damos un par de vueltas y cuando la carne de la sepia haya cambiado ligeramente de color, añadimos el vino y dejamos que reduzca.

Cuando la olla no tenga apenas líquido, añadimos fumet de pescado hasta cubrir holgadamente la sepia [si no tenemos, podemos usar agua o caldo envasado, en este caso ten mucho cuidado con la sal que pongas al comienzo], el laurel y un poco de pimienta blanca, y lo dejamos cociendo a fuego bajo unos 15 minutos.

Mientras se cuece la sepia, pelamos, lavamos y chascamos las patatas en trozos medianos y las guardamos cubiertas de agua hasta que pasen los primeros 15 minutos, y las añadimos. El líquido de la olla debe cubrir las patatas justo a ras, si vemos que falta añadimos un poco más.

Subimos el fuego hasta que hierva y lo bajamos nuevamente  a potencia media. Tapamos el guiso y lo dejamos cocer unos 20 minutos, hasta que las patatas estén tiernas [esto depende de la variedad de patata y del tamaño de los trozos].

Servimos en el momento, no es buena idea cocinar un guiso con patatas con mucha antelación.

Sepia patatas 4

36 comentarios en «SEPIA CON PATATAS [Hoy me cae un castigo]»

  1. Muy buenos los castigos jejeje por mi colé también se llevaba mucho lo e la colleja inesperada por detrás a traición y de la que casi te dejabas la nariz chata del meneo que te metían, ahora me río pero DIOS lo mal que me sentaba! En fin…. Que menudo guisito te has marcado mas que un castigo merece un premio.!!!
    Besos

    Responder
  2. Ana como siempre un placer leerte.
    Yo que soy mayor que tu, en el cole nada más entrar y por supuesto primero, saludar a la profe… perdón, a la señorita con un Buenos días a coro con el resto de la clase, llegaba escuchar el Himno y los rezos, todo esto en colegio Nacional y con el retrato del Generalísimo presidiendo el aula.
    No me libre de los reglazos en las yemas de los dedos o la palma de la mano, en Madrid no había vara de avellano, eran más pijos.
    Bueno ahora lo que nos ocupa, la receta genial, un guiso de los de toda la vida, reconfortante y deliciosa. Un robo de 10, de los de antes……………
    Bss.

    Responder
  3. En mi colegio había una monja que si te pillaba comiendo chicle, te lo pegaba en el pelo o en la frente. Menos mal que justo el año que me tocaba con ella, se jubiló…¡alabado sea Dios!

    En fin, ¡super rico tiene que estar este guiso! Un asalto calentito, ¡justo lo que apetece con estos fríos!

    Responder
  4. Maritornes

    Bueno, Ana, por fin llego por aquí!!! Me está costando un poco retomar la actividad, pero poco a poco lo iré consiguiendo. Mientras te leía, me ha venido a la cabeza la respuesta de una niña que conozco a su maestra cuando le preguntó después de un castigo qué era lo que había pensado. La niña contestó, en unicornios, seño!! Lo cual creo que le demostró a la seño, que el castigo había sido de una gran utilidad, jaja.
    En cuanto a la receta de hoy, sabes que conmigo es un acierto seguro. Y es que me encantan estos platos de cuchara, de los de toda la vida… Cuántas veces, mi abuela me habrá hecho unas patatas parecidas…
    En fin, que veo que has copiado muy bien. Espero que me cuentes qué tal te quedó el machacón cuando lo copies. Prometo que no habrá copias ni sillas de pensar cuando lo hagas… jaja.

    Un besazo

    Responder
  5. Jajajaja y no se te han olvidado los 10 mandamientos… o si??? Madre mía, que tiempos aquellos, a mí para mis hijas me gustaría que tuvieran la oportunidad de jugar en la calle con la libertad con que yo lo hice, pero lo de los castigos noooo, que cruz, madre mía!!. El guiso genial para los fríos que estamos pasando. Un besazo :D

    Responder
  6. Anónimo

    Si te digo que estuve en un colegio de monjas entenderás que de castigos entiendo un rato, el peor fue pillarme comiendo chicle y pegarmelo en la punta de la nariz, durante toda la mañana, con el consiguiente cachondeo de todas tus compañeras, que cruel! demasiado pocos traumas tengo! jeje, no te preocupes que Isa es muy buena y no te castigará sobre todo viendo una copia tann rica,me gusta el cuchareo,besos

    Responder
  7. Bueno a mi pocas veces me castigaron me porto peor ahora que en mi epoca estudiantil jajaja pero era lo que tocaba en nuestra epoca ahora que cualquier profesor se atreva a poner un castigo asi que se les cae el pelo .
    Ummmmmmmmmmmm no dudo lo mas minimo esa sepia este de muerte relentaaaaaaaa no hay mas que ver las fotos te ha quedado divinisimaaaaaaa asalto mas que superadooooo.
    Bicos mil y feliz domingo wapa.

    Responder
  8. No veas, yo como Rosalía soy también mayor que tú pero tuve la suerte de ir al colegio de mi padre y allí no se oía ningún himno franquista, ni había monjas, ni curas. Estaba mi padre, para lo bueno y para lo malo porque era muy exigente conmigo. Lo que sí que recuerdo era dar con la palmeta en los dedos, pero a los chicos y los pobres, también sufrían otro castigo, les estiraban del pelo de las patillas.
    Después tuve la suerte, también gracias a mi padre, de que no me llevaran a un cole de monjas porque sabía que allí estaba mi tío y me dijo que nunca sabría si me iba a regalar las notas o a ponerme las que no merecía. Por lo tanto, tuve una suerte enorme de no aguantar a esas señoras vestidas de negro.
    La educación, por desgracia hoy en día, se ha olvidado que empieza en casa y los maestros no somos responsables, ni educadores de TODO, que es lo que ocurre cada día más. Bueno, corto, que no veas, si me tocas este tema.
    Buen asalto, me gustan este tipo de guisos mucho y ahora que hace frío, más.
    Un besooo

    Responder
  9. Aunque yo soy de la època de los golpes con la regla de madera, la verdad es que yo era muy buenecita y no me castigaron nunca, a lo mas que llegaron fué a alguna colleja por charlatana jjj
    Mis hijos son de la època de mandarles al rincón a pensar, y recuerdo al pequeño, que mandarlo «a pensar» era como matarlo, se ponía a gritar, como si fuese una tortura aquello que tener que pasar un rato pensando jajajaja,
    El asalto es una delicia, me encantan esos guisos, besitos

    Responder
  10. A mi algún castigo de peque me tocó,pero en general era buena así que no probé mucho de lo de «5 minutos al rincón», eso sí, tenía un compañero que era un golfo y se comió la regla unas cuantas veces.

    Por cierto muy rico tu asalto, me vendría genial para estos días que sigo malita y sólo quiero cucharear, un besito!

    Responder
  11. Jajajaa como me has hecho recordar viejos castigos y ayer lo recordaba con mi marido y los porfes del cole que teniamos, madre mia, los mios eran vejestorios que se ponian cardiacos en menos de cero coma!!! Y yo que era una preguntona siempre obtenia la misma respuesta: Porque sí! Ole por el diealog, el entendimiento y la reflexión, jajaja.
    Bueno, no me queiro desviar del tema, me chifla tu plato, es fantastico en esta epoca y es que me encanta todo lo que lleva!!! Un gran asalto si señora!
    Besotes preciosaaaaaaaaa

    Responder
  12. Que recuerdos Ana me has traído a la memoria. Me encantaba eso de «de cara a la pared para que pienses lo que has hecho» jajajaja. Me imagino que después de escribir 100 veces los 10 mandamientos (1000 frases a todo esto) se te hayan quedado jajajaja. Por cierto el plato está para mojar pan eh. Un besote!

    Responder
  13. ¡Cuánta razón! Antes se llevaban otros castigos y los adultos tenían la costumbre de ejercer e imponer su moral divina sin más explicación, pero, oye, creo que al final era más efectivo que los que ahora todo lo tratan de razonar. Vamos de un extremo a otra, ¡qué cosa! ¿Podremos encontrar el término medio? ¿Ese en que los niños comprendan qué han hecho mal y por qué, pero al mismo tiempo tengan claro quien manda?

    Responder
  14. Yo soy otra de la vieja escuela, pero en mi cole no se pegaba, aunque si se hacían castigos humillantes que eran peor. Recuerdo haber tenido esparadrapo para taparme la boca con tan solo cinco años (si, era charlatana, pero también era una cría). Pero dejemos los malos recuerdos y regocijémonos con los buenos, como este plato de patatas con sepia, que me ha recordado a un guiso similar, pero con calamares, que nos metiamos entre pecho y espalda en un restaurante de Villafranca del Bierzo. Viví en la zona durante dos años y los recuerdos de allí son todos fabulosos.

    Bss

    Elena

    Responder
  15. Qué recuerdos! El lanzamiento de borrador y tiza lo he vivido también. Pero he vivido la bofetada limpia porque me mandaron a dar un recado a otra clase, me perdí buscándola y tardé un poco en volver. No veas qué leche me dio la monja con 5 años. Me volvió la cabeza del revés. Pero lo peor es que mandó a otra niña de la clase a que me acompañara, y a la otra pobre le cayó otra leche por haberme acompañado… Y de ésas, muchas. Otra vez me pegó otra monja y luego me pidió perdón durante meses pidiéndome por favor que no se lo dijera a mis padres. Esto ya con 11 años…. Y si te digo que yo era de las buenecitas empollonas de la clase… Imagínate cómo se las gastaban con las piezas….
    Un guiso de sepia me está apeteciendo ahora mismo con el frío que estoy viendo por la ventana de mi casa…. Esto de cena tiene que ser una bendición (ya que estamos con las monjas… )

    Responder

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.