A veces compro cosas por impulsos.
Sí. Y no son zapatos o bolsos. Son cosas como flores de hibisco deshidratadas, sémola de verduras o harina de cebada. Que bien mirado, es un vicio más productivo que el primero porque al fin y al cabo, el vicio alimenta. Que no está mal.
Tengo una especie de vicio compulsivo por comprar cosas desconocidas que está desembocando peligrosamente en un pre-diógenes del que debería empezar a tratarme. Semilla que veo, semilla que compro. Harina que veo, harina que se viene conmigo a casa. Fruta que no conozco, fruta que pruebo. Y así cada vez.
Para controlarme en mis impulsos he limitado mi área de acción a las tiendas habituales, donde nada de sale de la lógica de lo conocido y no sufro ataques de locura transitoria que terminan con varias cosas apiladas en la despensa. Pero hasta las tiendas habituales tienen a veces sus trampas. En concreto una, donde venden semillas, frutos secos, legumbres y harinas a granel, y que me trae de cabeza. Porque siempre encuentro cosas nuevas. O cosas que no son nuevas pero aún no he probado. Y tienen tantas harinas que no puedo acordarme de todas.
Y ahí me tienes. De pie mirando fascinada los sacos de harina, pidiendo harina de yuca para hacer mozzarella vegana [otro día os lo cuento] y harina de cebada para… esto… bueno, porque me hace falta y punto. Me hace falta porque varios días después de comprar la harina de cebada sin saber muy bien para qué, y tras descubrir que en el pan queda regulera porque apelmaza mucho la miga, encuentro por casualidad esta receta hojeando el libro de King Arthur Wholegrain baking. Yo sabía que la harina de cebada estaba destinada a algo bueno en mi vida.
Si no tienes o no encuentras, estoy segura de que no pasará nada por sustituir la harina de cebada por harina de trigo, incluso subirán un poco más, aunque perderán ese aroma característico y ese sabor suave y tostado que me ha enamorado desde el primer bocado de estos scones. Si por algo había comprado yo medio kilo… ¿Ves como había una buena razón para ello?
SCONES DE CHOCOLATE CON NARANJA
INGREDIENTES
[UNA BANDEJA DE HORNO LLENITA]
- Harina de cebada, 220 g [si no tienes, usa integral de trigo]
- Harina de trigo, 180 g
- Azúcar, 150-200 g *
- Levadura de repostería [polvos de hornear], 1 cucharadita
- Bicarbonato, 1 cucharadita
- Sal, media cucharadita
- Mantequilla, 120 g ** [muy fría y en dados]
- Huevo, 1 grande
- Leche de soja, 220 ml ***
- Naranja deshidratada, 50 g [puedes usar pasas, orejones, frutos secos…]
- Chocolate negro en perlas, 120 g
- Vainilla
* Azúcar: Los scones están pensados para acompañarse con mantequilla, mermelada o clotted cream, y se hacen poco dulces. Pero si los vas a comer sólos, pon 200 g de azúcar, con 150 van muy justos.
**Esta receta está etiquetada como apta para intolerantes a la lactosa. Muchos podemos tomar mantequilla ya que la lactosa que tiene es residual, pero si no puedes, existen mantequillas especiales en el mercado.
**Si no eres intolerante a la lactosa, usa buttermilk, o leche entera
MODUS OPERANDI
En esta entrada tienes todo lo que necesitas saber para hacer unos scones gloriosos, su lectura es muy recomendable antes de comenzar.
Antes de empezar con los scones, ponemos el horno a 250 ºC para que vaya cogiendo temperatura.
Empezamos por los ingredientes secos. En un bol ponemos la harina de cebada y 120 g de harina de trigo, el azúcar, la sal, la levadura y el bicarbonato, y lo mezclamos ligeramente. Reservamos 50 g de harina de trigo para más adelante.
Sobre esta mezcla ponemos la mantequilla fría en dados, y la frotamos con los dedos hasta obtener una textura de migas. Si tienes un robot de cocina, úsalo con cuidado [yo lo hice en la Thermomix, dos golpes de turbo y listo, si lo tienes mucho rato se calienta y las migas pasan a parecer plastilina]. Añadimos la naranja y el chocolate, y reservamos.
En otro bol, mezclamos la leche de soja o el buttermilk, el huevo y la vainilla, y batimos hasta integrarlo.
Incorporamos los líquidos al bol de la harina, y mezclamos suavemente hasta que se integre. Es importante no mezclar ni batir demasiado la masa, sólo lo justo para integrarlo. Si vemos que es muy pegajoso, añadimos la harina que teníamos reservada. Esto lo haremos así porque la absorción de líquidos va a depender del tipo de leche o buttermilk que uses, y de la harina [la de cebada absorbe algo más que la de trigo] y esto nos permite cierto margen de maniobra.
Una vez tengamos una bola de masa que se forme bien con las manos pero se pegue como un demonio a la mesa, tenemos la textura. Esto no es una masa quebrada, la masa tiene que pegarse y ser difícil, y nos tiene que costar separarla de la superficie de trabajo. No sufras, van a estar muy ricos cuando salgan del horno.
Dejamos descansar la masa unos 30 minutos, y le hacemos dos plegados con 10 minutos de diferencia entre ellos, si tenemos tiempo. El tiempo que descanse, la cubrimos con un paño de algodón.
Espolvoreamos harina sobre la encimera, y extendemos la masa formando un rectángulo. La masa de scones debe manipularse el mínimo imprescindible, así que una vez extendida, vamos a cortar porciones con una rasqueta o cuchillo afilado y las hornearemos tal cual. Olvídate de hacer bolas y aplastarlas o cualquier manipulación de la masa, no acabará bien.
Dividimos la masa en cuadrados, y cada cuadrado por la mitad en diagonal, sacando dos triángulos por porción cuadrada. Cuando cortemos, haremos un corte seco y vertical, no debemos por nada del mundo cortar balanceando el cuchillo, porque así engurruñaremos los bordes de los triángulos y no los dejaremos crecer a lo alto.
Pasamos los triángulos a una bandeja de horno, y los horneamos a 180 ºC unos 25 minutos.
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