El Sargento Romerales no es sargento. Y no se apellida Romerales.
Cosas de la vida.
Le conocí hace ya algunos años, una tarde de invierno, en uno de tantos parques de esta urbe demencial que es Madrid. Desde entonces, de tarde en tarde, cuando está de buen humor [algunos días se levanta gruñón y no hay quien pueda con él] me ha contado, de a pocos, muchas cosas de su vida.
El sargento nació en un pueblo manchego [como él siempre dice yo nací en el pueblo de la Montiel], al que hace ya muchos años que no vuelve.
Muy joven, en los tiempos duros que siguieron a la posguerra, empezó a trabajar como jornalero. Fue de pueblo en pueblo segando mieses y recogiendo cosechas, hasta que un día aprendió a trabajar el cuero y la alpaca, y se hizo artesano. Trabajó durante muchos años haciendo pulseras y pendientes, que vendía en las ferias de los pueblos y en mercadillos. Siempre que lo recuerda me dice más de veinte años tengo cotizados, que conste que trabajar, he trabajado.
Conoció a la gallega, con la que tuvo un hijo, al que no conoce.
A veces, cuando echa la vista atrás, nos cuenta que le perdió la cocaína. Y el alcohol. La gallega no se lo pudo perdonar.
Vive en el mismo parque en que le conocí. Durante el día, pasa las horas sentado en un banco. Por las noches se refugia en un soportal, allí duerme envuelto en mantas bajo los cartones que le sirven para pasar, al menos un rato, lejos del ruido, la luz y el frío.
Testarudo, con una voluntad inquebrantable, se niega a vivir en un centro de acogida. Si alguna vez decidió probar suerte, acabó discutiendo con los cuidadores y volvió a la calle. No son para él los horarios ni los menús. Él sabe, igual que yo, que su artrosis galopante dará con él en una residencia el día que las muletas no sean suficiente apoyo. Pero de momento, no lo piensa.
Rara vez le he visto pidiendo, solo lo hace si no hay más remedio, cuando ya no queda nada de la paga. Algo menos de cuatrocientos euros no dan para llegar a fin de mes, aunque vivas en la calle. La última vez que le vi, me pidió prestados cuarenta céntimos, y los cogió diciendo cuando pases otra vez, te los devuelvo.
Cortada en pociones, porque facilita las cosas cuando no hay bandejas, ni sillas, ni tan siquiera mesa. Con una sola vela, que una es discreta con la edad de los demás. Y unos amigos que nos acompañaron.
No quiero dar una impresión equivocada. A pesar de su profunda soledad, el Sargento no está solo. Somos muchos los amigos que nos pasamos por su casa para charlar un rato con él. Y siempre nos recibe. Estoy segura de que más de uno le ha reconocido, al fin y al cabo, no he ocultado su nombre.
Y siempre hay un día en el que alguien que te quiere se acuerda de ti, y decide celebrar tu cumpleaños, te lleva una tarta, y aunque odies los corazones de azúcar [tomo nota, Sargento] lo agradeces de corazón.
[Es difícil juzgar.
No voy a decir si el Sargento ha sido o no el causante de su situación, pero no es culpable de vivir así. Nadie lo es. Solo la sociedad que deja en sus márgenes a quien no ha vivido de acuerdo a lo establecido, lo es. La sociedad que no ha perdonado los errores. La que no mira a los lados.
Y todos, como miembros de esta sociedad, somos un poco responsables.]
INGREDIENTES
Para el bizcocho
Harina, 250 gr
Cerveza negra, 250 ml
Mantequilla, 250 gr
Cacao, 75 gr
Azúcar, 300 gr [la original lleva 400 pero la primera vez que la hice la encontré muy dulce para mi gusto]
Bicarbonato, 2 cucharaditas y media
Nata de montar, 150 ml
Huevos, 2 medianos
Vainilla, al gusto
Para el frosting
Nata de montar, 350 ml
Queso en crema, 300 gr
Azúcar glas, 150 gr
MODUS OPERANDI
Para el bizcocho
Calentamos en un cazo la cerveza, con el fuego más bien bajo, y una vez empieza a humear, añadimos la mantequilla y esperamos a que se derrita*. Dejamos reposar la mezcla.
En un bol, mezclamos la harina y el cacao tamizados, azúcar, el bicarbonato y la vainilla si la usamos en polvo.
En otro bol batimos los huevos y la nata [líquida, sin montar]. Si usamos vainilla líquida, la añadimos aquí. Sobre esta mezcla, incorporamos la mezcla de cerveza y mantequilla. Y sobre el conjunto, incorporamos los ingredientes secos, hasta que quede bien integrado.
Lo llevamos a un molde, y lo horneamos unos 40 minutos a 180º. Lo pinchamos para asegurarnos de que está bien cocido en el interior, y le añadimos más tiempo si lo necesita.
*En la versión original, se calienta la mantequilla y se añade la cerveza al final. Lo hice así, pero la cerveza no reposó lo suficiente y el bizcocho se llenó de gas, por lo que se hundió en el centro al salir del horno. Creo que esto tiene que ver con las marcas de cerveza y el gas que contienen, por eso creo que es mejor poner la cerveza al comienzo, para asegurarnos de que desgasifica bien, de hecho algunas variantes de esta receta lo hacen así. Solo por si acaso.
Para el frosting
Montamos la nata, y la reservamos.
Batimos el queso de untar y el azúcar, y cuando tenga consistencia cremosa añadimos poco a poco y con movimientos envolventes toda la nata.
Dejamos caer el frosting sobre la tarta completamente fría.
Fuente: Con las zarpas en la masa
El bizcocho seguro que estaba estupendo, hasta con corazones de azúcar, pero la historia me ha parecido súper tierna. Es bonito saber que hay gente como tu en el mundo, gracias por esta lección! Bss!
¡Hola Ana! encantada de haberte conocido, gracias por pasarte por mi blog y comentar. La entrada a esta recetas es muy bonita y desgraciadamente un retazo de la cruda realidad. Es bueno que haya gente como tu. Me quedo como seguidora y me gustaria que tu tambien lo fueras mía, así podremos compartir nuestras recetas. Rico bizcocho que te copio para hacerlo pronto. Bstos.
Julia y sus recetas.
Me ha encantado el post y el detalle que has tenido con el Sargento. Es cierto que todos somos un poco responsables ;)
Besos
Muy apetecible…una pinta increíble!
sldos
Hola guapa, me encanta tu blog y tus historias. Por aquí me quedo… :D besoss
No me importaría comer un buen trozo ahora ^o^
Bss
Con Especias
Qué rico!!!!! El frosting tiene unas pintas increíbles!!!
Besos!
Tengo que probar este bizcocho…se ve tan esponjoso!!! Saludos.
Se vé una ricura , el frosting es de las delicias que más me encanta, te quedó de maravilla, un besito!
Hola!. Lo primero es decirte que esta tarta se ve exquisita!.
Lo segundo, la harina de almortas no es para hacer migas sino gachas!!!.Un saludo.
Yo también te sigo Ana, me gusta mucho lo que haces, dices y lo que cocinas. Esta tarta es la que me regalé en mi último cumple, que rica!!! Besitos
Me ha encantado el post y la tarta ni te digo me rexiflaaaaaaaaaa cada vez que la hago me la zampo practicamente yo jis..jis.
Tengo puesto el logo del concurso en mi blog ayer me olvide de decirte que me lo llevaba .
Bicos mil wapa.
Se ve una tarta muy rica y muy esponjosa………Besos
http://angiazucarycanela.blospot.com
Una magnífica entrada que da mucho que pensar… en cuanto a la tarta, tiene una pinta estupenda, aunque no puedo ser muy objetiva, porque esta tarta es de mis preferidas y me gusta de cualquier forma.
Un besazo
¡Ay mi chica!. Menudo cambio de look. Me encanta todo, el nombre, el diseño y la tartaaaa, que me muero de ganas de comer una así, pero me parece que sin azúcar no me saldría igual que la tuya.
La amistad es un regalo y tus historias también. Verás como con los años vas comprobando cuánto de verdad hay en esa frase y quiénes son tus amigos de verdad. Gracias por tus visitas. He estado perdida y con problems con internet, no por mi culpa.
A pesar del calor, vuelvo con ganas.
Besos
madre mía qué historia nos has traído hoy. Felicidades por ser tan buena persona y compartir con quien más lo necesita. POrque el Sargento imagino que entre otras cosas lo que necesitará es compañía y la tuya es un verdadero tesoro.
Salu2 y gracias por la mención wapa. Paula
Pues ya sabes la del año próximo sin corazones de azúcar. Seguro que para el Sargento ha sido su mejor cumpleaños.
Un besazo
Madre mia con que facilidad hiciste feliz a una persona, eres digna de elogiar, y desde luego tu corazon es dulce como el azucar, y grande , pero muy grande preciosa historia que desde luego ha quedado en lo mas alto, de que eres muy pero que muy buena gente, la tarta de lo mas rica, digna para una ocasion tan especial como esta. Mil besicos y no cambies nunca amiga
Preciosa entrada Ana. Estoy conociendo tu cocina y me gusta mucho, gracias por compartir » tus cosas de la vida» y tus recetas.
Una historia de novela la del Sargento, pero desgraciadamente, hoy día se repite mucho eso, y no por la mala vida o las drogas, precisamente. En el Eroski donde paro yo a comprar se sienta delante de la puerta un hombre que hasta hace 4 años se ganaba su buen sueldo en la construcción, ese sector que la crisis demolió más rápido que algunos edificios ilegales. Y sus nulas posibilidades económicas le han llevado a esa puerta de súper y a dormir en el cajero de al lado. Lo triste es que salir de ahí ahora mismo le será muy muy complicado…
Me alegro que hayas querido alegrar su cumple al sargento con esta estupenda tarta.
¡Bikos!
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hola Ana, que pedazo de recetas nos traes, una historia maravillosa llena de corazón. besos
La vida se está volviendo muy dura en este país para demasiadas personas… un detalle precioso el tuyo.
bs!
Creo que en este caso la tarta es secundario, deliciosa se ve, eso sí, y no le quitaré mérito, pero (siempre hay un pero) la historia me ha gustado más, el sargento me parece curtido y un poco hosco (no para mal) pero seguro, y aunque no le gusten los corazones, este detalle le habrá llegado al suyo.
Un beso, guapa
¡Que buena pinta tiene la tarta, dios mío!
La receta es estupenda, pero la persona que nos presentás (con la excusa de la torta) es más rica aún. Con todos sus matices, nos pone en evidencia que en toda gran ciudad hay muchos sargentos que pasan desapercibidos (casi como fantasmas) para muchos de los que pasamos por su lado, envueltos en nuestras mil y una preocupaciones, incapaces – a veces – de salir de nuestro propio ensimismamiento.
Un gran acto, una gran torta para una gran ocasión.
¡Saludos!
PD: Ha quedado bien bonita la «remodelación» de tu blog. ¡Felicitaciones!
Esta tarta la tengo que preparar, tengo una intriga impresionante el sabor que tendrá. La tuya quedó espectacular. Gracias por visitarme.bs
Seguro que no hay una receta mejor…
Porque esta tiene los mejores ingredientes, cariño y respeto
Una historia dura, endulzada durante unas horas con esta original receta
Un beso. Sonia
La vida es dura, y sin duda la del Sargento lo es. Quién es nadie para juzgar, verdad? Seguro que tendrá muchas historias que contar.
Es una tarta estupenda, me encanta. La he hecho en un par de ocasiones y en casa gustó mucho, está deliciosa.
Besos guapa.
Me has puesto los pelos de punta, chiquilla, con la historia del Sargento.Por desgracia cada vez hay mas historias como esta en este dichoso Madrid.
Muchas gracias por tus comentarios:yo me voy a dar un garbeito por tu blog¿vale?
Besos
Hola Ana, me has puesto la piel de gallina, ostia que buen corazon tienes, me lo acabas de demostrar, me quito el sombrero ante ti, de verdad, espero que nadie le juzgue porque como tu dices, no es facil, tiene que ser muy duro, pobre hombre, por suerte aun tiene a su lado a gente buena como tu, menos mal, doy gracias por eso. La tarta es maravillosa, me encanta! La hice hace tiempo pero la receta me falló, me quedo como una piedra, me animaré a probar la tuya! Y ya te contaré cuando la pruebe! Un besito guapa y de verdad, un gran olé para tu persona.
Ana he venido hasta tu blog, porque te he visto por el mío y la verdad… creo que «la vida» me acaba de hacer un regalo y has sido tu. Te había puesto una respuesta a tu comentario (la he borrado) en la que te decía que una puntita, sólo una puntita de color (o colorante) y… todo cambia!!! He leído tu entrada y ahora entiendo porque no te gustan los colorantes, suelen ser sintéticos y tu haces que las cosas cambien de color sin necesidad de ellos. Me quedo contigo, seguro que aprendo a ser un poco mejor persona, además de muchas cosas de cocina. Gracias por haberte conocido.
Que bonito detalle, seguro que hiciste muy feliz al sargento, es una historia triste pero llena de esperanza, por gente como tu. Bss.
Fantástica entrada la de hoy, tanto por la tarta como por la historia que lleva consigo.
Gracias por querer participar en mi sorteo, pero has de dejarme una dirección de e-mail. Un saludo
Hola Ana, es la primera vez que vengo a tu blog y me ha fascinado, qué historia más hermosa, además de tus recetas, que son geniales, me quedo por aquí, no quiero perderme nada de lo que hagas, me has llegado al corazón!
Un beso enorme
pero que buena pinta!!!! y que chulo el post
http://losviajesysibaritismosdeauroraboreal.blogspot.com.es/
Un relato precioso y una tarta con muy buena pinta. Saludos. Azafrandehebra
Un bizcocho buenísimo, siempre me ha llamado la atención. A mi no me gusta la cerveza negra pero quizás en una tarte me guste, sólo por curiosudad debo probarla.
Me parece todo un detalle lo de la tarta, yo hubiese hecho lo mismo. La vida son esas pequeñas cositas…
Saludos! ;)
Por si no sabes quién soy…La del blog http://lawebcinera.es/
Una entrada preciosa!!! Vaya detallazo que te marcaste… el Sargento Romerales debia estar encantado ;-) Tengo que probar esa tarta YA!!!
Un besote
Hola!!!
Se ve totalmente irresistible.
Besos.
Qué bonita la historia (qué bien redactas). La tarta, buenísima, claro, la guiness es una delicia absoluta, con corazones o sin ellos ;). Tienes mucha razón, que se acuerden de ti en tu cumpleaños y te lleven una tarta… es un gesto sencillo pero muy entrañable :).
Felicidades al sargento.
Un abrazo
No voy a comentar nada de la tarta (que tiene una pinta espectacular).
Sólo voy a decirte que me has hecho llorar.
Qué suerte tienen tus amigos de tenerte en sus vidas.
Un beso
Estoy revisando tu blog y cada vez me gusta más. Gracias por ese ejemplo de generosidad sin ñoñerias. Besos Mariola
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