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Os voy a hablar de mi otra vida. La vida de antes. Una vida que tuve en algún momento antes de descubrir que me gusta cocinar, y no sólo comer. Cuando vivía con una sartén y dos tenedores, y me sobraban cosas.
En aquella vida [estudiante recién independizada], no era muy tiquismiquis con los productos con nombre. En aquella época el acto de comer iba precedido por algo del tipo «calentar cosas» «hacer filetes» o «rehogar verdura» y una receta era de máxima dificultad cuando la lista de ingredientes tenía más de tres cosas, punto que suponía la necesidad de organizarme para no liarla o que explotara algo.
Sobre los ingredientes, a ver… era estudiante. Compraba en el super más barato los productos de marca blanca.
Subsistía con los ingresos que me reportaba vender contratos de telefonía en un trabajo a media jornada y algún cable familiar [mi abuela enviándome paquetes de madalenas, galletas y chocolatinas; y mi madre alimentándome a base de filetes cuando iba al pueblo].
No hacía grandes distinciones entre alimentos. Me daba igual si el pimentón era de la Vera o del Congo, porque hasta entonces, sólo había gastado del segundo.
Y lo de comprar especias caras me parecía una frikada en toda regla.
Cuando hacía paella, le ponía colorante [crimen!] y llamaba queso a los tranchetes. Sí. Ahora no los llamo, y el queso para mí empieza justo después del cheddar baratero americano [bazofia inmunda a la que me niego a llamar queso].
Mis especias en la cocina eran perejil, colorante de paellas y ocasionalmente orégano para las pizzas. No usaba pimienta porque no sabía para qué, y no entendía que la gente comprara aceite de oliva si el de girasol era más barato [y lo ponía para las ensaladas, en crudo, con un par].
Claro que sí.
No me juzguéis con dureza. Os hablo de un momento de mi vida en que el que el hambre iba un paso por delante de la planificación de comidas, y cuando me rugía la panza era el momento de pensar qué comer. Me parecía lo normal. Cómo iba a acordarme de la comida cuando no tenía hambre.
Pasé así mis años de facultad, sobreviviendo sin grandes dificultades con cinco o seis recetas [carne a la plancha, arroz a la cubana, pasta carbonara, verdura con bacon y sopas de sobre. Y sandwiches. Muchos.]
Hasta que un buen día, me fui de vacaciones a la Vera. Como todo forastero que pisa la Vera por primera vez, me volví a casa con la bolsita de rigor de pimentón de la zona. Sin más motivo que llevarme un recuerdo y que una compañera de piso nos hiciera unas patatas a la riojana.
En ese momento, desconocía todo del pimentón. De hecho, por no conocer, no conocía ni su sabor. Tan sólo ese tono rojizo moribundo que dan los pimentones chungos a la comida. Na más.
El pimentón entró en aquel piso de estudiantes, y nuestra compañera de piso a la que convencimos que tenía que hacernos patatas a la riojana porque para algo era de Logroño [aunque no las hubiera cocinado en su vida], nos hizo lo que en ese momento nos pareció unas patatas de la hostia.
Que la criatura, madre al teléfono, patatas al puchero, hizo lo que buenamente pudo. Pimentón a cascoporro y chorizo como para un regimiento. Y tan ricas que estaban, que pasamos por alto que estaban más bien secas, sosas y un poco tiesas. Detallitos de na.
El pimentón de la Vera nos abrió los ojos a un mundo de sabor del que tardamos en desengancharnos. Durante las siguientes semanas, le poníamos pimentón a todo. Y no entendíamos que la gente vendiera esa porquería roja que comprábamos en el super y lo etiquetaran como pimentón, si no sabía ni parecido.
Comíamos filetes con pimentón, patatas con pimentón, sandwiches de jamón y queso con pimentón y no lo poníamos al colacao porque algo nos decía que eso no podía salir bien.
Yo no sé si aquel pimentón en concreto tenía o no denominación de origen, en todo caso lo compré en un molino, pero si he elegido traer esta especia al reto que organiza mi amiga Rosalía para celebrar el quinto aniversario de su blog, es porque fue con esta especia como descubrí las denominaciones de origen, y cuando aquella bolsa se terminó, fue la primera vez en toda mi vida que me tomé la molestia de buscar el sello del consejo regulador en un envase.
Después de eso, he descubierto muchas cosas. Y ahora sí compro productos de origen certificado, con denominación, indicación o un sello que me garantice unos mínimos de calidad y autenticidad.
Y claro, no podía dejar de usarlo en esta sobrasada vegana. A pesar de que no soy vegana [ni siquiera vegetariana] tengo siempre el colesterol por las nubes, y ante la necesidad de evitar grasas animales, echo mano del veganismo de vez en cuando. Además, creo sinceramente que los sistemas de explotación ganadera actuales son poco aceptables y el consumo masivo de carne me parece insostenible, así que bienvenidas sean las recetas libres de animales.
**No suelo dar la brasa con los aceites porque entiendo que cada uno usa los que tiene en casa, pero en este tipo de recetas, un buen aceite cuenta y mucho
MODUS OPERANDI
Sencillísimo. Nivel de dificultad: estudiante recién independizado.
Lo primero que tenemos que hacer es hidratar los tomates. Te aconsejo que compres tomates secos, y no los que vienen en aceite, porque traen vinagre y especias.
Ponemos agua en un bol, y metemos los tomates. Los dejamos 15 minutos hasta que estén completamente hidratados [este tiempo puede variar según el tiempo que lleven esos tomates en tu despensa… ejem].
Los escurrimos bien, y los trituramos con todos los ingredientes restantes, y 30 gramos de aceite. Cuando tengamos una pasta uniforme, vamos añadiendo aceite poco a poco hasta tener la textura que nos guste.
Es importante no poner todo el aceite al comienzo, porque la cantidad final dependerá de los tomates y de lo hidratados que estén, y de la textura que tú quieras conseguir. Yo he puesto 50 gramos en total, pero esto es orientativo.
Y por supuesto, las especias las elijes tú. Yo no prescindiría ni de los cominos ni del anís, pero son gustos personales, puedes variarlas a tu criterio.
Ohhhhh… tengo todos los ingredientes en casa, ésta cae fijo. Hago mucho el pesto rojo y lo uso así, para untar,esta receta tiene más especias… por lo que me gustará más jeje. A por ella!!
Ana como siempre el relato que precede a la receta nos pone en situación divertida y te imagino en ese piso con tus compañeras, esa pobre muchacha haciendo patatas a la riojana , pimiento choricero, nena que algún riojano te puede dar la charla.
De la receta que te voy a decir, que la probaré en cuanto compre tomates secos, que por cierto me acabas de abrir los ojos con ellos. siempre los pongo a hidratar en aceite y se oscurecen si no los usas.
Mil gracias por acompañarme en este aniversario, el reto DOP era importante para mi y estoy feliz de que mis amigas compartan conmigo este día con sus publicaciones.
Bss
Ahhhh, ya he colgado yo la entrada Lunática.
Me encanta Ana, jajaj, ese sandwich con pimentón me chifla, jajaj, receta espectacular que te copiaré seguro, bsss
No hace falta que te diga que me encantaaaaaa!!! No me dejas de sacar sonrisas cuando leo tus posts, lo de tus ‘crímenes’ cuando estudiante lo entiendo perfectamente, lo que me ha matado es lo de poner el aceite de girasol en las ensaladas, porque total es más barato!! Cuanta gente pensará así todavía… al final cuando te pegas la gran ostia empiezas a valorar la calidad antes que el precio, y vale tanto la pena!! Mi madre me hacía unas patatas a la riojana de peque que eran para llorar, me bebía el caldo sobrante en vasos durante el resto del día, y algo tan simple como patata, pimentón y chorizo, pim pam!!! Todavía no la he preparado pero tengo muchísimas ganas de esta ‘sobrasada’, ¡seguro que me dura menos todavía! Y nunca he comprado este de las Hermanas pero dicen que es buenísimo!!!
Yo, en estas cosas, opto por lo que ha hecho un restaurante de Chicago, creo que es, que ha sido el primero que no ha puesto que es vegano. Pero es vegano. Y los dueños dicen: «Bueno, es que somos un restaurante». Siempre está como la necesidad de aclarar (yo también la tengo, cuando digo que tengo un blog, digo: ‘Pero es vegano, ¿eh?’, como si tuviera que disculparme) que las cosas no llevan productos de origen animal. Carajo, cuando hacemos un gazpacho o un salmorejo de cerezas no titulamos diciendo: Gazpacho. Vegano. Tortilla de patatas. Vegetariana. Tumbet. Vegano. Sopa de tomate. Vegana.
Claro que en lo de llamarlo sobrasada sí hay que hacerlo. Yo digo que es paté de tomate. Y lo tengo que hacer, porque nunca lo he hecho. Y voy a seguir tu receta porque yo soy extremeña, no he probado otro pimentón que no sea de La Vera en la vida, pero esta oda de amor al pimentón de La Vera, es que me ha encantado. Soy súper mega fan tuya. Que lo sepas.
Acabas de describirme incluso creo que yo era peor que tu jajaja…
Y en cuanto al pimentón recuerdo una anécdota de mi cuñada cuando me dijo con cara de «comer mierda»:
¿Qué pimentón usas?
Lo usé en una torta de pimentón que preparé para lucirme un día…
Marca blanca por supuesto y me dijo «se nota»…
En fin, pasados los años valoro la calidad por encima de todo de todo lo que entra en mi casa y voy a ingerir, somos lo que comemos.
Menuda sobrasada estupenda, me la apunto!
Besos
Nieves
Me parto con la entrada! pues nada evolucionamos y menos mal! Que pena no haber hecho una foto de esas patatas :)
La sobrasada debe estar bien rica, es como una especie de pesto no? Yo también intento comer menos carne y pescado por los pobre animalitos, sin ser vegana, pues carne y pescado me encantan, pero uso más verduras, legumbres…
Besos
No eres la unica que te ha pasado, todos evolucionamos y desde que empece en la cocina hasta ahora no veas lo que he evolucionado, todos aprendemos a base de años.Esta «sobrasada» esta muy apetecible y es desde luego ideal para ir picando hasta que se acabe y sin darte cuenta.
Bss
Cuando te leia pensaba lo diferente que fui ,no me gustan salir de fiesta ni hacer lo que hacia la mayoria a mi edad siempre fui mas de estar en casa leyendo y cocinando a mi siempre me ha gustado comer asi como comprar todo de buena calidad sera que en casa siempre se comieron productos lo mas ecologicos posibles ,los pollos que criaba mi abuela ,los conejos , la ternera que se criaba para el consumo familiar , los uevos caseros los productos de la huerta , el pimenton era casero mi madre se lo compraba a una vecina que lo traia de el bierzo claro que no es como el de la Vera pero de aquella era lo mas , el colorante amarillo no se compraba recuerdo una vez que le suplique a mi madre para comprar una caja y poder hacer una receta que lo llevaba como puse los dedos cuando lo use al estar mojados.
Ni estando sola en casa me comi un bocadillo por no cocinar , solo estuve un año de estudiante universitaria y lo pase en una residencia asi que no se lo que es compartir piso pero mas de una vez me he pegado unas risas con amigas cuando me contaban sus anetdotas.
Lo que se cambia verdad ahora estas echa una artista de los fogones lo que darian tus compañeras de piso estudiantil por compartirlo con lo que sabes ahora.
La sobrasada vegana se ve de relujo y no dudo lo mas minimo que este de muerte relentisima , voy a necesitar otra vida para hacer todo lo que os veo todo se me antojaaaaaa.
Bicos mil wapa.
Yo siempre he sido «pija» en temas culinarios. Mis ojos se han ido al mostrador de las delicatessen desde jovencita, cuando mi madre me mandaba a comprar y yo volvía con fiambres «raros» en lugar de mortadela. Creo que no he comprado nunca aceite de girasol y compro con los ojos cosas que luego no sé para que sirven. En cuanto a la sobrasada, vale, acepto que sea vegana porque viene de alguien como tú, je je. Auqnue tengo todavía el sabor de la sobrasada mallorquina que llegaba en paquetes directamente de Palma de Mallorca al menos dos veces al año ( mi tia era un ángel). La vegana la voy a probar, claro que la voy a probar que el pimentón de la Vera no lo como a cucharadas porque estaría feo ;)
Bss
Elena
Una exquisitez! Todos evolucionamos en la cocina y normalmente para mejor y tú eres una artista. Un abrazo, Clara
como evolucionamos en la cocina, lo que comprábamos y compramos no se parece en nada, pero ahora con toda la informacion que hay el facil llegar al buen camino, jajaja! Una sobrasada muy original y apetecible, biquiños
Jaaajajaj creo que todas pasamos por esa etapa Ana, después se ve todo de otra manera.
Esta receta es buenisima y de lo mas sano, seguro que me encanta, fácil , sana. y sencilla.
Besinos
El toque de Belén
Pues me parece una idea fantástica, yo tampoco soy ni vegetariana ni vegana, pero siempre estas recetas me llaman la atención y me suele gustar el resultado que tienen.
besos
La receta divina Ana, pero leer la introducción ha sido genial, el relato podría caber a la perfección en muchísimas historias de tantos y tantos universitarios, semi – emancipados jajaja Fantástica la historia eres tan buena escritora como cocinera!!
Un beso enorme!
Pues vaya una sobrasada más sabrosa!!!
Hola!! voy, voy tomando nota, que tiene una pinta tremenda, Ya mismo la estoy untando en tostaditas, que yo también tengo el colesterol alto y me interesa este tipo de recetas, me gusta!! besos y buen finde :)
Una de las razones por la que no soy vegetariana es que echaría de menos la sobrasada, sí, lo sé, pero es así, además de otros embutidos que se hacen además de la sobrasada, así que, nunca he probado sobrasada vegana y me intriga saber a qué sabe ya que veo que el pimentón que se usa es el ahumado y aquí, para hacerla la sobrasada, no es ahumado, un día que esté aventurera pruebo de hacerla, igual me encanta y me dejo la otra, jeje.
Mi querida amiga, que graciosa, y que interesante tu entrada de hoy, despues de leer todo lo que has puesto, y ver a todo lo que has llegado en la cocina, imaginate si en ese tiempo te dicen que ibas a tener un blog de cocina lleno de ricos platos, como esta sobrasada que me ha encantado, por que me pasa como a ti, descubri el pimenton de la vera en un viaje y desde entonces el que uso a pesar de que en Murcia tambien lo tenemos muy bueno. Mil besicos cielo y me has hecho pasar un ratito muy agradable mientras te leia
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