Esta es una entrada muy triste.
He dudado y mucho, sobre si compartir esta herida con vosotros. Pero lo necesito. Desde que mi madre inició la quimioterapia, yo escribía en el blog sólo para ella. Contaba todas las tonterías que me pasaban, hacía el payaso, sólo para hacerla reír en sus largas sesiones de hospital.
Desde que nos ha dejado, nada es lo mismo. No sé para quien escribo, para quien cuento tonterías ni por qué sigo siendo una payasa.
Pero aquí estoy.
Voy a publicar lo último que he escrito para ella, por ella. No es una entrada corriente. Es un relato. Escribo relatos, aunque no los publico. Uno sobre ella. Y sobre mí. Sobre la ausencia. Es mi regalo de cumpleaños, en su primer cumpleaños sin ella. Con el regalo, traigo bollos suizos, esos que siempre le hacía cuando iba a verla, esa receta que anoté mil veces en sus cuadernos. Sus preferidos.
Bienvenidos a mi herida.
…
[UN MAPA PRECISO DE TELARAÑAS]
Las telarañas lo han invadido todo.
Hasta donde abarca mi vista, no hay otra cosa que delicadas y densas telas de araña, tejidas pacientemente, hilito a hilito, hasta formar inmensas llanuras sobre los estantes, poderosos valles en los recodos del suelo, sinuosos caminos de telarañas entrelazadas sobre las cortinas.
Telarañas.
Y nada más.
Ni siquiera las arañas que las tejieron se quedaron. Se fueron con todos los demás. Era demasiado triste.
Una mosca esperó vanamente ser devorada junto a la macetita de la orquídea. Cadáver de mosca y cadáver de flor. Poético.
Abrir la puerta no ha sido una tarea fácil. La tristeza salió desde la casa hacia mí, buscando un cuerpo que abrazar, una soledad en la que instalarse. Y me encontró.
Yo estaba allí, de pie, mi cuerpo tejido en recuerdos, en momentos, en palabras libres y también en palabras presas que no fueron dichas, y que ya nadie más podrá pronunciar en su sentir original.
No sabía qué esperar. La llave gira, porque la hace girar mi mano, mi mano consciente de la llave que quiere abrir una puerta. Mi mano ignorante de por qué quiere hacerlo.
Volver.
Volver como si nada. Y como si todo.
Y encontrarme de pie, atravesada la puerta por la distancia de un sólo paso, de un sólo latido agónico que convoca al siguiente con ritmo arrastrado, sin ganas.
Encontré detrás de la puerta lo que esperaba. Nada más. Ahora que lo veo desde la distancia que me da no estar allí en este instante, debo decir que tampoco encontré nada menos.
Allí estaba todo. La casa, con su gran salón cuadrado, los puzzles que hicimos hace diez navidades, los sofás para los que buscamos unas telas que conjuntaran bien con las paredes, la mesa de café y la lata de las galletas guardada en su cajoncito.
Había más. Los armarios, ya vacíos de sus cosas, se encontraban completamente desbordados por su ausencia. Se podía ver, al abrirlos, que de las perchas que habían sostenido sus vestidos, colgaba una tristeza infinita, pesada, estremecedora.
La falta de sus pequeñas cosas invadía sin tregua el cuarto de aseo, donde no hace tanto estaban sus pintalabios y sus perfumes, que compartía conmigo cuando iba de visita, porque siempre olvidaba llevar los míos.
La ausencia de las toallas siempre dobladas sobre mi cama, con la caricia de su mano antes de dejarlas allí.
Y grandes telarañas cubriendo todo lo demás. Las cosas sin importancia. El reloj de la cocina, las sillas, los espejos, todas las cosas que no contaban. Esas pequeñas cosas en las que ella nunca estuvo.
Las telarañas delgadas, pequeñas ingenierías cotidianas que se posan sobre lo que no importa, para decirnos donde está. Son un mapa preciso de todas las cosas que no son sentidas por nadie, lo que nunca fue amado: el taburete de alcanzar cosas en la cocina, esa extraña columna de mármol que alguien nos regaló en un momento perdido de nuestra memoria, y la caja de sus medicinas.
La casa estaba extraña, porque no había cambiado en nada, no se había movido ningún mueble, ni abierto ningún grifo, ninguna planta se había atrevido a crecer en todos esos días. Y era otra. No era la casa vivida, sentida y llenada por ella.
Allí sólo quedábamos las cosas que no importaban, y yo.
También estaba ella, sólo sentida. Ella no caminando por el pasillo con sus zapatillitas de flores; ella no preparando café mientras me invita a hacer bollos suizos; ella no contándome las novedades familiares de la última semana.
Y mi presencia.
Mi presencia huérfana, encogida, aturullada por el estruendo del silencio. Siendo pequeña bajo el manto de telerañas y entendiendo que todos los objetos no se habían alterado, porque ya nada será igual.
Ya lo recuerdo.
Justamente, eso era a lo que había venido. A saberme desde aquí, a sentirme desde su ausencia. Sabía que en algún momento recordaría el porqué de mi regreso.
Qué cabeza tengo desde que ella no me recuerda las cosas importantes.
…
CAL 192,4 · HC 32,2 · PR 5,0 · GR 5,5 [POR BOLLITO]
Anís y azúcar, para la cobertura
*Si no eres intolerante a la lactosa, no hay ninguna razón para no usar leche de vaca
** Nota para intolerantes. Esta receta es apta para intolerantes a la lactosa. Casi todos los intolerantes podemos tomar mantequilla normal, dado que la presencia de lactosa es residual, pero si tú no puedes, existen mantequillas especiales en el mercado.
MODUS OPERANDI
Lo primero que vamos a hacer es un prefermento, que ayudará a que nuestra masa se porte mejor con nosotros, y leve más feliz y más hinchadita.
En un bol, ponemos 100 g de harina, 100 g de leche y toda la levadura. Lo mezclamos bien, lo dejamos tapado y esperamos a que burbujee la masa.
El tiempo que tarda dependerá de la temperatura ambiente, a más calor más rápido trabajan las levaduras. Si hace mucho frío, yo siempre cubro las masas con una mantita polar ligera [para que en caso de que desborden el bol, no se vean aplastadas], esto ayuda mucho.
Una vez tengamos el prefermento lleno de burbujas, pasamos a terminar la masa. Incorporamos al bol del prefermento todos los ingredientes excepto la mantequilla, y los mezclamos hasta tener una masa más o menos homogénea.
La pasamos a la encimera, y empezamos a amasar. Lo hacemos en ciclos, esto nos facilitará la vida: amasamos un minuto, descansamos dos, amasamos otro minuto… hasta que la masa vaya estando tensa. No va a estar muy lisa de momento, no desesperes.
Cuando la masa esté más o menos lista, le añadimos la mantequilla y la amasamos otro poco más. Ahora sí debe quedar lisa. Aunque esta vez la he hecho a mano, lo cierto es que para masas dulces suelo usar un robot de amasado con ganchos, porque son masas muy pesadas de trabajar, se tarda en que desarrollen bien y acabas con los brazos molidos…
Una vez lista la masa, la dejamos levar hasta que doble su volumen. Puedes dejarla en la nevera toda la noche, o a temperatura ambiente entre 1 y 3 horas, según el frío que haga [a más frío, más despacio leva].
Cuando haya doblado su volumen, volcamos la masa a la encimera ligerísimamente enharinada, y la desgasificamos con cuidado [sacamos el aire presionando suavemente con las manos, sin desgarrar la masa]. La extendemos y la porcionamos con un divisor de masas [o cuchillo afilado en su defecto].
Yo hago un rectángulo de masa, y le hago unas marcas previas al corte, para calcular que queden porciones iguales. Luego podemos arreglarlo, tampoco hay que agobiarse con esto. Para porciones de 60 g, haz 16 trozos. Puedes hacer los bollos del tamaño que quieras, claro. Lo habitual es de 30 g [minis], 60 g [pequeños], 90 g [medianos] o 120 g [tamaño hamburguesa]. Pero si a ti te gustan de 75 g, adelante con ello.
Preparamos la encimera, dejando un espacio libre y enharinado para colocar las porciones; y dejando otro espacio libre y sin harina para bolear los bollos.
Cortamos la masa, y pesamos las porciones [pon un poco de harina en el peso], que deberán pesar aproximadamente lo mismo. Si vemos que alguna se sale del peso, le quitamos un trocito o se lo ponemos de otro lado para ajustar. No pasa nada, aunque es mejor hacerlo lo menos posible, porque así el boleado será más rápido y eficaz.
Dejamos cada porción de masa en el lugar que habíamos preparado en la encimera, sobre la zona de harina. Las colocamos con la parte enharinada [de la harina que habíamos puesto en el peso] hacia abajo, queremos que cada porción tenga harina sólo en un lado, nunca en los dos.
Una vez hayamos terminado, comenzamos a bolear.
Para ello cogemos una porción. Ya hemos dicho que la porción tiene harina sólo por un lado. Colocamos la porción de masa en en espacio reservado para bolear [la parte de la encimera que NO tiene harina] con la harina hacia arriba. Sí, hacia la mano. Se pegará ligeramente a la encimera, es lo que debe ocurrir.
La cubrimos con la mano colocada como un cucharón, y la boleamos usando los dos laterales de la mano, las puntas de los dedos y la base de la muñeca. Como la harina está del lado de la mano, la masa rodará fácilmente, creando resistencia en la encimera, lo que permitirá que le vayamos dando tensión según la vayamos trabajando.
Esto es complicado de explicar, pero en panarras lo han hecho de una forma clara, didáctica y con dibujitos.
Una vez los tenemos listos, los cubrimos con papel film o con un paño, y los dejamos levar por segunda vez.
Precalentamos el horno a 250 ºC, calculando lo que va a tardar nuestro horno en alcanzar esta temperatura.
Cuando hayan levado de nuevo [45-90 minutos] los greñamos con un lamé o cuchilla de pan [o cuchillo muy afilado en su defecto], y los embadurnamos con huevo batido.
Para la cobertura, ponemos en un cuenco un poco de azúcar y le añadimos anís hasta tener una textura húmeda y grumosa. Ponemos un poco de este engrudo sobre cada bollo, en la apertura del greñado.
En realidad esto es opcional, se puede hacer con agua en lugar de anís [en ese caso, te aconsejo poner vainilla a la masa para acentuar un poco el sabor] o se pueden poner otras coberturas [almendra laminada, leche, azúcar sin más…]
Y vamos al horno.
Bajamos el horno a 200 ºC y los horneamos hasta que estén dorados. Estos, de 60 g tardan 10-12 minutos, pero conforme aumenta el tamaño, también aumenta el tiempo.
Un último consejo: Los bollos de 30 g se hornean a 225 ºC unos 6-7 minutos, y los bollos de 120 g ya conviene hornearlos a 180 ºC unos 20-25 minutos. La razón es simple: A menor tamaño, antes llega la temperatura al centro del bollito, y se cuecen uniformemente con mucha temperatura y poco tiempo, que es lo ideal. Conforme los bollos son más grandes, empiezan a dorarse por fuera sin estar cocidos en el interior, y toca bajar la temperatura y alargar el tiempo para que cuando se doran por fuera, no estén crudos en el centro.
Ay, cariño. Un abrazo enormísimo y millones de besos…
La perdida de una persona querida siempre es difícil, pero si es la madre todavía más
Piensa que ahora escribes el blog para ti….i como no psra nosatr@s! Que te seguimos encantad@s, y si nos haces unos bollos
tan ricos como estos aun mas
Muchos ànimos.
Ptnts
Glòria
Ay Ana, mi madre murió de cancer cuando yo tenía 18 años, ella 47. No hay día que no me acuerde de ella, ni noche que no llore por dentro o por fuera. Una madre es única, es la única persona de este mundo que te querrá incondicionalmente, y de eso hay que sentirse orgullosa. Un beso gordo
Ana, no sabes cómo te entiendo. He pasado toda la noche pensando en mi padre y ahora me llegan todavía más tus palabras. Recuerdo que algunas veces contabas que habías hecho suizos para llevar a tu madre, pero no sabía la importancia d esos suizos. Un beso muy fuerte. (La receta de los suizos la leeré cuando no tenga los ojos empañados de lágrimas)
Bss
Elena
Quizás estos sean los bollitos la excusa para llorar un poco más.
Yo que no escribir tan bien como tú para expresar un sentimiento tan personal e inexplicable, se de lo que hablas y te digo que las telas de araña se limpian, pero el olor y los recuerdos perduran para siempre.
Gracias amiga mía. Puedes seguir escribiendo para ella, estoy segura que lo va a leer y reirá con cada historia que nos cuentes, sigue siendo payasa.
Besos.
Me he empeñado en ir bajando hacia todas las cosas perdidas en las redes sociales por la noche, no lo hago nunca, ni sé por qué lo hice hoy, pero te he encontrado y aquí estoy, con lágrimas en los ojos por tu madre, por tí, por mi hermano que se fue hace un año y algo casi recién casado y con un bebé…por tantos otros que vendrán.
Escribir saca lo negro de dentro y el blog te puede servir para acercarte más, en sabores, a lo que hemos perdido.
Un beso muy fuerte y un abrazo profundo
Siempre he sentido compasión por las HUÉRFANAS; y si te sirve de algo te diré que me gusta abrazarl@s, dándoles calor como diciendo aquí estoy.
Hoy te leo, y comparto desde lejos tu DOLOR, pero a la vez estoy cerca para comprenderlo intensamente.
UN ABRAZO MI QUERIDA NIÑA, A POR LOS BOLLOS QUE LA VIIDA SIGUE.
Conxita
No sabes lo bien que entiendo el dolor que sufres en estos momentos, hace unas semanas perdí a un familiar muy, muy especial para mí, ayer fuí por primera vez a llevarle flores y me rompí de nuevo, el tiempo pasa lento cuando intentas superar algo así. Mucho ánimo Ana, el relato es muy bonito y la receta me la apunto. Besos
Hola guapa!! Las heridas tienen que sangrar , sino, no curan. Sigue cocinando, sigue escribiendo, por ella, por ti, por nosotr@s que te leemos. Y sigue siendo así, tan payasa, tan tú . Miles de besos y achuchones, hoy si cabe, aún más «estrujaos»
Entre que estoy enferma, con el cambio de hora aquí en Holanda entra la depre y el relato, estoy buscando el paquete de kleenex para secarme la cara y la moquera.
Lo importante es que tuviste a alguien para recordar de una forma tan bonita (créeme, no todas las madres pueden ser recordadas como la tuya) y tuviste el placer y dicha de compartir muchos años con ella… Aunque eso no consuele de la pérdida.
Un abrazo muy grande
p.d.: lo siento, pero es que los bollos suizos son lo de menos hoy, aunque tienen una pinta tremenda :)
Esto es durísimo. Y es increíble que seas capaz de utilizar ese dolor para crear así. Un abrazo enorme guapa.
Querida Ana …
Desde hoy, y más que nunca, tienes que seguir siendo payasa. ELLA sigue contigo. Tú la sientes y eso es suficiente.
No te imaginas lo que tus palabras me han removido por dentro. Escribir siempre me ha gustado, pero desde que pasé por el mismo trance que tú, no he podido plasmar mis sentimientos en papel. Hoy tú te has convertido en mi pluma.
Un abrazo muy fuerte.
Ana, un abrazo de corazon. Has hecho algo muy bonito. Y a mi me ha llegado al alma.
Yo precisamente hice un blog de cocina que me sirvió de terapia mientras luchaba, y sigo luchando, contra es maldita enfermedad llamada cáncer.
No lo dejes, sigue escribiendo …para ella .
Mucho ánimo y enhorabuena por lo que haces.
💗
Es un vacio que siempre estará ahi. Pronto hará dos años de la pérdida de mi padre y no hay día que no lo recuerde, me duele pensar que no esta viendo a mis hijos, su gran ilusión, en como se están convirtiendo en hombres, aunque sé que estaría orgulloso y feliz.
Pero la vida sigue y debemos continuar.
Sigue escribiendo si te gusta, si te reconforta, hazlo por ti, no te sientas obligada.
Ella siempre estará contigo, por que forma parte de ti.
Un beso y fuerza
Mi kerida Ana t puede sonar raro lo d»kerida»pero es verdad desd k t descubri hace ya mucho t tengo mucho cariño kiero contarte un secreto tu forma d ser «payasa»a ayudado a mami a reir pero tambien a mi, m as acompañado en momentos en k la risa se m hacia complicada(gracias)eres d ese tipo d blog en los k para mi la receta (y no t lo tomes a mal xk eres una magnifica cocinera)pasa a un segundo plano pues lo k m gusta son tus relatos eres d esas personas k transmites con la letra aunk sea en clave «payasa»nunca t habia comentado pero es k hoi ademas d devolverte el cariño y el apoyo x el momento k estas viviendo,tu relato se a clavado en mi corazon e yorado contigo e tocado tu dolor xk lo as descrito …puuff no tengo palabras.Hay una tela d araña k no as descrito una tejida con hilos del amor y la magia vividas con tu mami con hilos tan fuertes y tan hermosos k t ayudaran siempre a soportar esta ausencia un amor k t cogerá siempre en la palma d su mano para protegerte y estar siempre en ti.Un abrazo enorme mi «kerida»Ana
Ana… ahora mismo solo quiero darte un abrazo muy grande.
Me parece tan bonito que escribieras todas tus historias, anécdotas y relatos para tu madre, para que se riera y pudiera encontrar motivos para soltar carcajadas durante su tratamiento (porque no dudo que se reía, y mucho!). Me he reído tanto leyéndote que ahora pienso en haber compartido risas virtuales con tu madre, y no puedo evitar emocionarme un poco. Porque además da gusto leerte, no solo cuando te pones «payasa», y con este relato lo has demostrado. Ya me gustaría leer más historias tuyas de las que guardarás en secreto, pero sé que son algo muy personal. Pero sigue escribiendo, no lo dejes nunca. A pesar de que tu madre ya no lea con nosotros tus recetas y tus relatos, me parece una bonita manera de seguir recordándola. Aunque siempre debes seguir con todo esto por ti misma (y nosotros te lo agradeceremos profundamente).
Es muy duro perder a alguien que quieres tanto y que es tan cercano después de sufrir durante meses o años con un cáncer, aunque no me puedo imaginar todavía lo que debe ser vivirlo con una madre.
Te prometo que haré tu receta de bollos suizos y pensaré en ti y en tu madre cuando me anime a prepararlos.
Un beso enorme
Te aseguro que después de leer lo que has escrito, cobran autenticidad las palabras de cortesía que se dicen cuando la pérdida es irreparable, es esa frase que te dicen cuando estás en estado de abatimiento absoluto, en ese momento no tiene sentido, pero pasado el tiempo, tiene todo el sentido del mundo. Es el te acompaño en el sentimiento.
Un beso
Marisa
Ana no llores por lo que has perdido,y sonrie y alegrate por lo que has vivido con ella .Cuando tengas un bajon acuerdate de las cosas buenas con ella. Cambiando de ….. a esos suizos parece que les falta un poco de color ¿o no?.Un calido y fuerte abrazo.
Lo siento Ana desde lo más profundo del corazón, perder a un ser querido nos deja abandonados además de heridos. Me enternece leerte, las estancias en el hospital no son agradecidas si no es para salir curado, la quimioterapia es dura y deja huella, tanto para el enfermo como para el familiar. Me alegra que te decidieras escribirlo, sacar y decir en alto lo que se lleva dentro ayuda a que no se cierre el corazón y aligerar la carga. Te acompaño en el sentimiento y te envió un gran abrazo… guarda esos cuadernos y las veces que le apuntaste la receta.
Un beso
No te imaginas todo lo que se me ha removido dentro al leerte ,he perdido a dos amigas por cancer y varias conocidas lo han padecido por suerte de momento estan bien y dos estan luchando contra el asi que es oir o leer algo sobre esa enfermedad y no puedo .
Te envio un fuerte abrazo y todo mi cariño has escrito un post precioso este donde este tu madre estara orgullosa de ti ,siemrpe digo que una persona no muere siempre que este en nuestro corazon y seguro que tu madre lo estara siempre dentro del tuyo nunca dejes de ser esa Payasa ,un precioso recuerdo y homenaje desde ahora cuando haga bollos suizos me acordare de vosotras.
Bicos mil wapa.
La carne de gallina tengo ahora mismo de verte en la casa de tu madre. Como me ha llegado tu relato, tu historia, mucho…Además de escribir tan bien y hacernos pasar un rato tan agradable tienes un interior enorme. Porfa sigue contándonos cosas y publicando unas recetas tan chulis.
Un abrazo muy fuerte
Has sido muy valiente publicando esta entrada. Es precioso ver o saber por qué y para quién escribías en el blog, pero ahora puedes seguir publicando para la misma persona, porque siempre va a estar contigo.
Un beso muy fuerte
siento muchisimo tu perdida¡¡ cuando se pierde una madre se pierde un cachito de uno mismo,pero tambien te queda un amor tremendo que debes revertir en todos los tuyos, estas palabras que escribes hoy son preciosas osea que no dejes en ningun momento de escribirlas en tu blog que somos muchas las que las leeremos con todo el cariño, aunque no te conozcamos en persona .
recibe un fuerte abrazo y mucho animo y como no, nos tomaremos unos bollinos a tu salud y al recuerdo de las madres.
besos crisylaura
Hola Ana, hace unos días me llegó esta receta al correo y la vi desde el tfno. Lei por encima y me percaté de la profundidad y la importancia de lo que escribías en esta ocasión, y como llevo una temporada bastante ocupada, me dije, «Toñi lee bien esta entrada y contesta cuando realmente tengas tiempo y puedas leerla con todos tus sentidos.
Y así lo he hecho, aunque tarde.
Te he leido y me he identificado en todos esos sentimientos que tan bien explicas, (o yo comprendo por haberlo vivido)
Me alegra tanto que hayas podido apuntar y hacer esos bollos… yo cuando tuve oportunidad no lo hice, pues por entonces no tenía mucho interés por la cocina, ya que ella se encargaba la gran mayoría de las veces (comíamos juntas)
Después fue demasiado tarde y ahora recuerdo algunos sabores, algunas recetas que no se como se hacían…
Yo, que cuando se fue , sentí que le había dicho todo, y que no se me había quedado ninguna cosa por decirle, ningún sentimiento por expresarle ningún beso y abrazo por darle… al tiempo me di cuenta que me quedaron miles de preguntas, miles de pequeñas cosas por saber, .. y ella ya no está.
No puedo decirte que las telarañas se irán del todo, se van, pero a veces, un día, por el motivo que se vuelve una araña y teje… y ese día piensas y lloras
Ese día haz bollos , bollos suizos, sus bollos.
Un beso muy muy grande.
Se me han saltado las lágrimas Ana. No puedo más que decirte que, esté donde esté, tu madre seguirá leyendo lo que escribes. De verdad, me has emocionado.
Un beso enorme
Es muy lindo lo que escribes y triste a la vez. Cuando alguien muy querido nos deja es un gran dolor y nunca estamos preparados para eso, creo que las telarañas estáran siempre pero todos los lindos recuerdos que tienes con ella se quedaran en tu corazon acompañandote para siempre.
Un abrazo!
Cuanto lo siento Ana, yo perdía a mi padre en menos de dos meses, casi de forma inesperada y cierto es que la ausencia de nuestros padres y madres se nota cada día más. No es tan fuerte el sufrimiento pero la falta siempre está ahí, por mucho tiempo que pase…pero también he de decirte que con el tiempo la recordarás en sus mejores momentos , y eso si, a diario…yo recuerdo a mi padre, el cocinillas de la casa, el que me enseñó a cocinar, cada vez que me meto en la cocina y se que estaría muy feliz cocinando conmigo si aún estuviera aquí…
Estos bollos suizos me los guardo, sé que están hechos con mucho amor y eso se nota …se ven deliciosos!! Ánimo guapa. Un beso grande.
¡Hola Ana!
He disfrutado mucho de este asalto. Con tu receta he aprendido conceptos y técnicas que no conocía. La verdad es que merece la pena elaborar esta receta tan laboriosa. En casa los bolos han desaparecido rápidamente, así que la volveré a hacer. Estos bollos suizos son una auténtica delicia.
¡Un beso guapísima!
«Volver como si nada, o como si todo».
Quedate con el TODO que te ofreció durante tantos años; TOALLAS y BOLLOS incluídos.
UN ABRAZO ENORME CHIQUITA
Conxita
tedeternura.com
¡Hola Ana!. Te he conocido hoy a través de otro blog, el destino ha querido que haya llegado aquí el día de los bollitos suizos que son mi perdición y me encuentro ante esta pérdida tan grande para tí. Hoy que mi madre tampoco está bien, enganchada a su botella de oxigeno y tus palabras hacen que se me encoja el corazón.
No conocía tu blog, pero ahora me quedo.
Mucha fuerza, no hay palabras de consuelo….madre no hay mas que una
Un besazo grande
Marialuisa