Vamos a hablar de la antigüedad. Bueno, vamos no… voy. Y esto es porque me han contado una historia cuando menos, curiosa, y quería compartirla con mis pacientes vaquitas.
Va de la isla de Samos, que estaba situada en todo el meollo del eje del comercio entre el Egeo y los mercados asiáticos de la antigüedad. Como véis, la invasión de chinos no es de ahora, antes también había artículos MadeInChina por toda la Europa más civilizada.
Y como tal, era una isla con cierta riqueza y una gran ciudad que a su vez, tenía grandes edificios. A la manera de los antiguos, claro. En lugar de un gran teatro de la Ópera o un singular edificio en forma de condón gigante, su forma de demostrar a los vecinos lo guays que eran y lo bien que les iba, era erigir grandes templos.
Y el de Samos era para Hera, esposa de Zeus.
Por cierto, hablando de Samos, aquí nació Esopo. Y diréis ¿y ese quien es? Pues un cuentista. Vamos, un narrador de leyendas. El de la zorra y las uvas, más concretamente. Y resulta que Esopo conocía la existencia de Panemos, que entonces no se llamaba todavía así, pero que era -y sigue siendo- uno de los yacimientos de huesos fósiles más impresionantes del mundo mundial. Y eso que más de 60.000 piezas han sido rapiñadas y son expuestas en museos de lo más variopinto a lo largo y ancho del mundo.
Panemos significa baño de sangre -jooorrr da un poco de cosa esto…- y para Esopo era un cementerio místico. Igual que para Plutarco.
¿Y por qué? os preguntaréis curiosas, vaquitas. Pues os lo cuenta Plutarco.
Cuando Dioniso -dios del vino y de los borrachines- se enfurruñó con algún dios vecino -vete a saber qué sería, un arañazo en el carro, una novieta…- llamó a las amazonas -esas míticas guerreras- para que le echaran un cable. Ellas, se negaron a ayudarle -sus razones tendrían- y Dioniso luchó contra ellas, matando un gran número de amazonas, y dejando sus huesos en Samos.
Y aquí volvemos al cementerio místico de Samos.
Resulta que Samos, por otra parte, era el centro de la ruta migratoria de mamuts en el pleistoceno. Sí, sí, no estoy desvariando -todavía.
Y resulta también que en Samos se produjo, no se sabe bien por qué aunque la zona es propensa a los movimientos sísmicos, una gran mortandad de mamuts y de mastodontes. Y que sus huesos quedaron esparcidos y fueron agitados por pequeños terremotos.
Y resulta que los huesos de los mamuts que se han conservado son, principalmente, dientes, huesos largos y grandes y costillas, mientras que los huesos pequeños se han perdido. Y si cogemos cuatro huesos largos y una ristra de costillas y los armamos a dos pies tenemos… ¡bien! justamente eso. Un esqueleto de amazona. Con un cuerno en la mano donde podían llevar bebida o unas flechas. ¡Claro!
No está demostrado que las leyendas sobre héroes de la antigüedad estén basadas en la presencia de huesos fosilizados de gran tamaño, pero sí está claro que estos huesos, al ser desenterrados, reforzaban la idea de que los héroes habían existido, y de que medían unas tres veces lo que un hombre, proporción muy aproximada si cogemos fémur con fémur -humano y de mamut-
Si tenéis curiosidad por todo esto, podéis engancharos a la serie documental «Cazadores de monstruos» de Canal Historia, o echar un vistazo a lo que ha investigado Adrienne Mayor sobre este tema.
Berenjena, 1 mediana o 300 grs
Calabacín, medio o 300 grs
Tomate, 4 piezas pequeñas o 200 grs
Queso mozzarella light [Santa Lucía], 125 gr
Aceite, una cucharada o 30 ml
Hierbas frescas: tomillo, albahaca, orégano
MODUS OPERANDI
Más sencillo, imposible.
Se corta la berenjena en rodajas uniformes de medio centímetro aproximadamente, se sala y se deja media hora en agua para que suelte el amargor.
Una vez hecho esto, se cortan el calabacín y los tomates en rodajas similares.
Se pinta toda la verdura con aceite.
Para ello, podemos:
…A mano, impregnar bien toda la verdura con la cucharada de aceite.
…Poner la verdura en un bol, poner el aceite, taparlo con una tapa o film transparente y agitar cual coctelera.
…Poner la verdura en una bolsa para alimentos, añadir el aceite, dejar un poco de aire dentro, cerrar y agitar. Como el bol pero con una bolsita.
Se montan los timbales o moldes: berenjena-tomate-calabacín, salpimentando ligeramente entre capas, y se añade el queso mozzarella desmenuzado con las manos y las hierbas aromáticas.
Al horno, previamente calentado, 200º y unos 40 minutos. Los primeros 25-30 minutos, lo tapamos con papel aluminio. Si veis que el papel aluminio tiende a escaparse de la bandeja, sujetadlo con un par de cucharillas o de tenedores. El aluminio a veces tiene mucho carácter.
Si veis que no está doradito, a gratinar 5 minutos adicionales.
Listo!
Y digo yo…..¡Ya me has liao! Je jeje.
Me encantan esos milhojas.
Un beso guapísima.
Enhorabuena por hacer de algo sencillo un plato de restaurante del mejor chef del mundo, ese toque que le das a tus platos es algo espectacular, de nuevo enhorabuena guapa.
Lo de la historia como siempre increible, a veces me quedo con las ganas de poder seguir leyendo tus narraciones y con ese toque que le das aun mas.
Un saludo y un millon de gracias por todo.
Guapa, me gustó tanto tu receta que le he hecho un «tuneo», jajajaja. Ya lo subiré.
Me encanta cómo cuentas las cosas, niña.
Un besote muy grande.
Me ha gustado mucho tu receta, eres estupenda
Besos. Recetasdemama
Acabo de descubrir tu blog, me encanta, enhorabuena, ya tienes otra seguidora.
besos