CAL 496,2 · HC 35,6 · PR 23,5 · GR 18,6 [POR RACIÓN]
Trini fue siempre una mujer muy menudita, muy callada, que pasaba a tu lado casi sin que la sintieras.
Tenía unas manos prodigiosas. Cocinaba como nadie más de mi familia ha vuelto a cocinar nunca, pero claro, eso puede ser porque Trini, a pesar de ser mi bisabuela, no comparte genes conmigo, porque a Trini, la adoptamos.
Trini vivía, de moza, en el mismo pueblo que mi abuela paterna, en su calle.
[Los pueblos de antes no tenían muchas calles así que eso en verdad tiene poco mérito, pero sí les unía un vínculo de vecindad muy fuerte.]
Ambas buenas vecinas y amigas con algo de distancia de edad, Trini y mi abuela [eternamente Ana Mari, jamás dejó que la llamásemos abuela para que nadie adivinara su posible edad] tuvieron una infancia normal dentro de su época, y siendo mozas casaderas, ambas encontraron pretendiente y se prometieron.
Trini, en concreto, se prometió a un buen mozo del pueblo, y cuentan que lo hizo sinceramente enamorada. Como tantos otros mozos, el prometido de Trini partió a la guerra de Cuba siendo aún novios no muy formalizados. A su regreso, trajo para su eterna novia un anillo de pedida, y se prometió con ella.
Y volvió a partir.
Para siempre. Al prometido le dieron muerte en el frente, nunca volvió, ni siquiera su cuerpo para ser enterrado.
Trini aceptó calladamente su destino, y nunca más volvió a tener novio, prometerse ni hacer nada que no fuera llevar una vida tranquila de mujer soltera, siempre cerca de mi abuela paterna.
Cocinaba, y lo hacía tan bien, que era conocida en los pueblos de la zona, y la llamaban de restaurantes de postín cuando tenían personalidades a comer. No cocinaba como ahora, a Trini no le fueras a hablar de deconstrucciones de cosas, ella sabía de la tierra, de la huerta y de la caza de los montes.
Ana Mari siempre contaba de ella que cuando el general Franco iba a comer a un pueblo próximo al suyo [cercano a un coto de caza], la mandaban llamar para cocinar. Cuentan lo mismo del día que la Reina Sofía, muchos años después, pisó esas tierras. No sabemos si Franco o la reina conocían de su existencia, o eran los dueños de los restaurantes quienes le pedían que fuera, que sin duda parece lo más probable. Pero iba.
Vivió siempre cerca de mi abuela, incluso cuando mi abuela se casó y comenzó a formar su familia, y fue la nani informal o la otra abuela de sus hijos.
Cuando Trini fue demasiado mayor para arreglarse ella sola, y comenzó a perder la vista, el pulso y todo lo que se llevan consigo los años, Ana Mari la llevó a vivir a la casa. Vivió como abuela adoptada, que no adoptiva, con ellos hasta el final de sus días.
Cuando Trini nos dejó yo aún no había nacido, no nos conocimos. Pero me dejó algo. Le dejó a mi abuela paterna su anillo de pedida, que siempre conservó, y como primera nieta y única mujer de la casa [mi abuela sólo tuvo una hija que falleció siendo un bebé, y dos varones], al dejarnos mi abuela [como me oiga me escacharra: quise decir Ana Mari] el anillo pasó a mis manos.
Y aquí traigo su historia. La del anillo, de oro bajo, perlas y rubíes, que conservo como un tesoro y que uso de vez en cuando. Porque la historia de su cocina no la puedo traer. La tradición de Trini se fue con ella, nunca sabremos qué cocinaba o como, y sólo he heredado de mi abuela paterna las croquetas de cocido y el arroz con leche. Un patrimonio raquítico, a decir verdad.
Y su eterno recuerdo. El de mi abuela diciendo todo lo que sé cocinar lo sé por Trini. Y aunque no haya heredado ninguna receta tradicional de sus manos, me parecía un buen momento para hablaros de ella, de mi bisabuela adoptada, y de mi anillo de pedida con más de un siglo, con el que nadie me va a pedir la mano.
INGREDIENTES
Patatas, 2-3 medianas [300 g]
MODUS OPERANDI
Antes de comenzar a guisar, vamos a dejar preparada toda la verdura. Pelamos y picamos cebolla, zanahoria y puerro, y reservamos. Trituramos los tomates, o los rallamos, y reservamos también.
Y nos pasamos a la carne.
En la misma olla donde acabaremos el guiso [he usado olla exprés] ponemos a calentar una cucharada de aceite.
Mientras coge temperatura, salpimentamos el rabo de ternera y lo enharinamos poniendo los trozos dentro de una bolsa con dos cucharadas de harina, y agitando bien. Es la forma más limpia de enharinar que conozco.
Sellamos en la olla los trozos de carne, y cuando estén ligeramente dorados por fuera, los sacamos y reservamos. No tenemos que cocinarlos ahora, con dos o tres minutos es suficiente.
En la misma olla, ponemos otra cucharada de aceite y salteamos todas las verduras hasta que estén blanditas. Cuando las tengamos pochadas, añadimos el tomate triturado y lo dejamos que se cocine 2 o 3 minutos.
A la verdura añadimos las especias, lo dejamos un par de minutos más e incorporamos el vino tinto. Ahora tenemos que dejar que reduzca y evapore el alcohol, unos 5-10 minutos.
Una vez haya reducido el vino, incorporamos a la olla la carne, cubrimos con agua y cerramos la olla. Si vamos a poner patatas, hay que ser generosos con el agua porque tienen que cocerse en la salsa [pero no las pongas todavía, van más adelante]. Si vamos a poner patatas fritas, puré o otro tipo de guarnición, con que cubra la carne nos vale.
Cerramos la olla y dejamos que se cocine hasta que esté tierno, que es cuando la carne se separa del hueso con facilidad. Cada olla tiene una presión y no me suele gustar dar tiempos, pero como orientación, la mía tardó 30 minutos. Es mejor de todos modos que mires en las instrucciones de la tuya.
Si lo hacemos en olla convencional, tardará unas 2 horas, o un poco más.
Una vez la carne esté cocinada, abrimos la olla y retiramos los trozos de carne a un bol. Retiramos la rama de canela, los clavos y el laurel, y trituramos la salsa que queda. Rectificamos de sal si lo necesita. Y devolvemos la salsa a la olla.
Pelamos y chascamos un par de patatas, y las añadimos a la olla junto con la carne. Las podemos cocer unos 20 minutos con la olla destapada, o cerrarla y dejarla unos 4-5 minutos más con presión.
Y después de esto… sólo necesitamos mucho pan para disfrutar.
A mi estas historias me roban el corazón y es para lo que creé un poco el blog, para unir antepasados y recetas, para que nada se perdiera. Me ha encantado la historia de Trini y la de Ana Mª, y a la postre que tengas en tus manos uno de esos anillos de antes que no por ser de oro bajo dejan de ser joyas. Me encantan esos diseños modernistas de las joyas y el uso de rubí que es rojo pasión.
Esta receta es además de mis favoritas…. yo, cuando estoy económicamente más estable, hago un rabo para mis amigos en primavera. Me encanta. Básicamente lo hacemos igual, aunque yo uso vino de Moriles. Pero por lo demás, igual . Besos!!!!!!
Que historia tan bonita,es de lo más tierna,un anillo muy bonito,y una receta de lo más sabrosa¡¡¡
Besitos¡¡
Una bonita y emotiva historia la que nos traes hoy ademas de este clasico plato de rabo de ternera uno de los guisos que siempre apetece tomar. Riquísimo.
Buena semana
Bss
Cómo me gustan estas recetas tradicionales de mojar pan, me pierden tanto como una entrañable historia familiar.
Precioso post Ana, besos.
Me he emocionado! Qué historia tan preciosa y qué bien escribes…
Muero de amor con tu historia de tu bisabuela adoptada, y de tu ahora anillo de pedida con más de un siglo, con el que nadie te va a pedir la mano.
Es una pena que no la hayas podido conocer por que seguro habrias disfrutado mucho con ella en los fogones.
El rabo de ternera estofado te ha quedado de relujo no lo siguiente y seguro que estara de muerte relentisima.
Una vez mas es un placer venir a visitarte y disfrutar de tus maravillosos post asi como recetas.
Bicos mil y feliz semana wapisima.
Por cierto el anillo es una preciosidad.
Bicos mil.
Una historia preciosa, me encanta el anillo y el guiso ni te cuento, Un besazo.
Qué plato tan rico Ana! y la historia preciosa, qué pena que no tengas un recetario con sus recetas…
Un ANILLO precioso y de diseño actual; y no es poco el patrimonio de las CROQUETAS y el ARROZ CON LECHE que te ha dejado…
En cuanto a la receta, diré que te la has currado al igual que la historia
AGRADABLE SEMANA AMIGA :)))
Que historia!!!!
I que receta!!!!
Ptnts
Glòria
Emocionante. Que grandes son las historias «pequeñas». Y que grandes son también las recetas «pequeñas». Muchísimas gracias por las dos. Esta ha de caer, en honor de Trini. De todas las Trinis. Y en el tuyo.
Preciosa historia de Trini, y precioso anillo que de seguro que guardaras como oro en paño. Cierto es que nuestras abuelas y bisabuelas cocinaban de maravilla, algunas dejaron su legado culinario, otras tristemente no. Este rabo que nos presenta es toda una delicia, y viendo los ingredientes son casi el 90 por ciento los mismos que yo utilizo. El rabo nos encanta, y suelo cocinarlo a menudo, su carne untuosa y gelatinosa, es un agradable sabor para los sentidos. Que ricura. Feliz comienzo de semana.
Huyyyy, pelo pollo se me ha puesto al ir leyendo tu historia, muy entrañable. La abuela (huy, perdón) Ana Mari, debía tener un corazón muy grande. El anillo me encanta, y el rabo, que decir… babeando estoy. Besazos!!!
Qué bonito, esas historias pasadas que nos gustan tanto en el presente son una herencia que vale mucho, tener dos bisabuelas es una gran suerte, el anillo es una preciosidad, te pidan o no la mano…el rabo de ternera exquisito, feliz día!
Ana me ha hecho llorar esta preciosa historia, tiene de todo, tristeza y alegría, y sobre todo mucho corazón.
Para mi ese anillo no tiene precio, es una joya.
El rabo nunca he podido probarlo, la verdad, y se que me gustara, porque la carne gelatinosa me chifla, …… algun dia lo probare, tiene una pinta impresionante.
Besinos
El toque de Belén
Hoy tengo una pegunta :) Que es el asadillo manchego? Cuando hiciste un comentario en mi blog hablaste de él, supongo que e sun plato típico y ahora me puede la curiosidad¡ Un besiño guapa¡
Gracias¡¡¡ Anotadisimo lo tengo ya para probar :)
Me ha encantado la historia, preciosa. Cuántas mujeres anónimas enriqueciendo la vida de los demás! Y la receta la haré seguro este otoño /invierno, tiene una pinta….
Muchas gracias por esta receta y el blog, te sigo fielmente.
Besos,
Blanca
Que historia tan bonita y el plato un diez, un besito!
El estofado tiene que estar buenísimo, pero la historia me ha llegado bien dentro, y eso que conocía una parte. Creo que esta noche soñaré con esta historia y cuando vea ese anillo lo haré con un sentimiento especial. Gracias Ana por hacernos partícipes.
Bss
Elena
Ana, nos has convidado una historia preciosa de esas que nos llenan el corazón y nos hacen balconear las lágrimas. Yo también he tenido de dos abuelas que me han adoptado como nieta (eso sí, he tenido la fortuna de poder disfrutar de su amor, historias y recetas que son tesoros en mi cocina y mi corazón) y sé lo que ello significa…
El anillo es un recuerdo precioso, lleno de nostalgia y una profunda tristeza por aquello que podría haber sido, pero no fue. Las guerras nos han dejado profundas cicatrices que, hoy en día, cambian – o no – de escenarios; pero, que esconden las mismas ilusiones y sueños destrozados. Aunque, a vos no tengo que contarte de eso porque lo sabés muy bien…
jooooo…yo venia a ver la receta de rabo de toro que a mi marido le encanta… pero me ha encantado más la historia de la abuela Trini y del anillo.
Yo por desgracia no heredé nada de mis abuelas, ni anillo ni recetas jajajaaj
Saluditos guapa
Nena, como siempre un placer leerte tanto para divertido como para emotivo y tierno. Guarda el anillo bien porque es una joya de valor incalculable que ya tiene pedida tu mano.
Besitos
Sii señora, vaya platazooo, en mi casa el encargado de hacer el rabo es mi marido, que le sale de escándalo, mira que yo al principio era reacia a comerlo, y vaya lo que me estaba perdiendo.
Has hecho un plato de 10
Felicidades
Besotes
Sin palabras. Me alegro que hayas tenido a Trini en tu vida, aunque no llegarás a conocerla. Maravillosa historia.