No voy a hacer aquí un manifiesto político sobre veganismo ni sobre soberanía alimentaria, así que no salgas corriendo… todavía. Que ganas me dan, sobre todo de lo segundo, ya que a fin de cuentas yo no soy vegana sino otra cosa.
Pero es que la receta de hoy ha venido así. Es vegana, porque es libre de lácteos y no lleva huevo ni otros productos de origen animal. De hecho nace de la necesidad de ser libre de lácteos, que tenía yo ganas de una salsa blanca sin nata ni leche. Normalmente no utilizo en casa lácteos sin lactosa, porque son una trampa en la que prefiero no caer: la adición de lactasa a la leche para que la podamos digerir. Esto, si se hace de forma habitual, hace que los intolerantes a la lactosa agudizemos la intolerancia porque acostumbramos a nuestro cuerpo a recibir cantidades de enzima lactasa externas y cada vez produce menos lactasa propia.
No lleva nada de origen animal porque me parecía bastante innecesario, la verdad. Estoy convencida de que se puede comer sin necesidad de incorporar animales a la dieta de forma constante, y aunque en casa comemos carne, somos conscientes del impacto que tiene hacerlo, y procuramos elegir formas de ganadería sostenible, del mismo modo que intentamos comer carne de forma ocasional y no incluirla en cada plato que cocinamos.
No es que seamos muy integristas, que a veces salteamos con daditos de jamón o ponemos atún a las ensaladas, pero estamos seguros de que nuestro impacto ambiental es muy moderado con respecto al consumo de animales, y eso nos parece que está muy bien.
Por otro lado, la salvia vino a casa de forma muy libre. Bueno, a ver, no se cortó sola del arbusto ni entró ella sola a mi bolsillo mientras paseaba por un parque cerca de casa… ejem. Pero creció libre en la naturaleza, regada con la lluvia y poco más, hasta que yo la vi y me traje una poca a casa, aún sin saber para qué.
Y sólo queda la nata. De almendras. Desde que no tomo nata animal he probado todas las natas posibles, y buscado los mejores usos para cada una de ellas. La de almendras está muy rica, y es estupenda para hacer salsas de pasta. No es excesivamente dulce [aunque hay que salpimentarla bien] y tiene una untuosidad cuando reduce que hace de las salsas algo muy agradable de comer. Se pega bien a la pasta, y recoge los aromas de las hierbas.
No tengo quejas. Además es razonablemente barata [dentro de lo carísimas que son las natas vegetales en general]. Y con todo, podemos hacernos una pasta con salsa blanca, aromática y rica, vegana y libre.
PASTA VEGANA, CON NATA VEGETAL Y SALVIA
INGREDIENTES
[2 PERSONAS]
- Casarecce, o cualquier otra pasta, 150 g
- Cebolla, media [75-100 g]
- Aceite, una cucharadita
- Nata de almendras, 200 ml
- Salvia fresca, un puñado
- Sal, pimienta negra
MODUS OPERANDI
No se puede decir que tenga mucho misterio, pero allá vamos. Lo primero que hacemos será poner la pasta a cocer en abundante agua con sal. Para las salsas gorditas me gusta usar pasta corta con hendiduras, porque queda empapada en la salsa, pero esto es a gusto de cada cual.
Mientras el agua hierve y cocemos la pasta, nos ponemos a preparar la salsa. En una sartén grande ponemos la cucharadita de aceite a calentar. Cortamos la cebolla en dados pequeños y la pochamos hasta que esté blandita. Una vez la tengamos lista, añadimos a la sartén la nata de almendra y la salvia picada, y dejamos reducir diez o quince minutos. Salpimentamos cuando ya esté bastante reducida, y los sabores se hayan concentrado.
Cuando esté lista, sólo tenemos que incorporar la pasta, y dar unas vueltas en la sartén, o si lo preferimos, servirla aparte.
*Un buen consejo es tener un poco más de nata o de leche de almendra por si la salsa espesa demasiado. Si la leche de almendra tiene azúcar, tal vez puedas aligerar la salsa con un poco de caldo de verdura, aunque esto último debo decir que no lo he probado.
Te han quedado una pasta maravillosa¡¡¡¡
Y la salsa………se ve estupenda¡¡¡
besitos¡¡
Se ven de lo mas ricos, tomo buena nota porque tengo una planta de salvia y no la uso lo que debería. Un besazo.