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Vivimos en la era de la basura.

Nuestra sociedad se empeña en tirar y tirar, y acumula montañas de toneladas de basura que nos podríamos comer. Sí. Comer.

Pelamos la fruta por capricho [o porque su piel está llena de pesticidas], tiramos sin miramientos las hojas de las raíces [zanahorias, hinojos, remolachas] y ni siquiera quitamos el trozo pocho de una fruta para comernos el resto.

Parte de este trabajo lo hacen por nosotros antes de hacer la compra. La fruta y la verdura vienen ya limpias, en el sentido que le dan los grandes productores. Los apios vienen en bandejas limpios de hojas, igual que las zanahorias, y si hay una mandarina pocha en una malla, tiran la malla entera al contenedor.

Si conseguimos remolachas frescas en el mercado, lo más normal es que nos las vendan sin las hojas. Un agravio. Nos roban la mitad de la planta sin mediar explicación ninguna.

Igual hasta ahora no lo habías pensado, tal vez no le dieras importancia. Pero espero que leer esta entrada cambie tu forma de ver las remolachas. Las hojas de la remolacha no sólo se pueden comer en el sentido nutricional de la palabra [son nutritivas y no resultan tóxicas], además tienen un sabor estupendo.

Hay más hojas que se pueden comer [echa un vistazo a este post de Gastronomía Vegana]. Se pueden usar solas, en sopas o para engordar cremas de verdura, y tienen propiedades muy interesantes. Las hojas de zanahoria son ricas en potasio, las de los nabos tienen un sabor curioso entre picante y amargo y las hojas de las coles saben a la misma col de la que proceden, pero un poquito más suave.

Las hojas de remolacha para mí son el top. Son una especie de acelgas de sabor ligeramente terroso. Recién cortadas, son delicadas como espinacas y las podemos consumir crudas en ensaladas. Un poco más viejunas, se cuecen 5 minutos y se saltean.

El productor que me trae verdura al grupo de consumo en el que participo está educado en esta materia. Sabe qué hojas son comestibles y no nos priva de ninguna.

Y cuando me trae remolachas, en casa nos preparamos para comerlas dos veces: las hojas salteadas o en ensalada, y las raíces cocidas en crema o en ensalada nuevamente.

Hoy traigo un salteado, porque las hojas estaban creciditas y comenzaban a estar un poco más duras, así que decidí cocerlas. He usado quinoa roja, una variedad de sabor más delicado y menos amargo que me tiene fascinada, y un poco de puerro y cebolla.

Le he dado un toque de eneldo y naranja, que son sabores que encajan a la perfección con la terrosidad de la remolacha, y me he preparado un salteado muy interesante con todo ello.

Aceite, sal

MODUS OPERANDI

Lo primero que haremos será cocer la quinoa, que es la parte que más tarda de la receta.

Medimos en un vaso la quinoa. Calculamos tres veces el volumen en agua, y lo ponemos a calentar en una olla con una pizca de sal. Cuando empiece a hervir la dejamos cocer a fuego bajo, como si fuera arroz, unos 30-35 minutos. Sabrás que está cocida cuando los granos se empiecen a abrir. Cuando esté cocida, la apartamos del fuego y reservamos.

Por otro lado, mientras la quinoa está en proceso, retiramos los tallos más duros a las hojas de remolacha, las cortamos [como si fueran acelgas] y las cocemos en agua con sal. Tardarán unos 5 minutos desde el primer hervor. Pasado este tiempo, las escurrimos y reservamos.

Mientras tenemos las dos cosas al fuego, aprovechamos el tiempo para preparar la cebolla y el puerro en brunoise [daditos pequeños], medimos el vino blanco y exprimimos la naranja. Así cuando empezemos con el salteado tendremos todo a mano.

Cuando tengamos todo preparado [quinoa y remolacha cocidas, verdura cortada], comenzamos a saltear cosas.

En una sartén grande ponemos una cucharada de aceite. Cuando coja temperatura, añadimos la cebolla y el puerro con una pizca de sal y los dejamos pochar a fuego bajo hasta que estén blanditos. Somos prudentes con la sal, hemos puesto sal a la quinoa y a las hojas, no lo olvides.

En este momento, añadimos el vino blanco, y seguimos a fuego bajo hasta que evapore el líquido. Añadimos entonces el zumo de naranja y el eneldo, y reducimos por última vez.

Por último, incorporamos a la sartén las hojas de remolacha, la quinoa roja y las pipas de calabaza [o cualquier semilla que queramos utilizar] y lo salteamos dos minutos para que todo el conjunto se integre y coja temperatura.