Puente de mayo.
Oh-yeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeaaaaaah.
Acabamos de volver de Semana Santa y ya estamos aquí liados de nuevo. Liados, de vacaciones, digo. No sé que planes tienes tú, pero yo este puente me quedo en casa. Que ya nos fuimos en Semana Santa a Munich y tenemos que recuperarnos de aquello de beber ceveza comer salchichas y tumbarnos al sol patear la ciudad, visitar monumentos y hacer muchas fotos.
Así que el puente de mayo, nos lo tomamos para descansar de las vacaciones. Que nos hace falta. Que lo dice mi reloj.
Me ha adoptado un reloj listo de esos que te supervisan la actividad física. Es un cacho de plástico negro con un chip muy listo dentro que desde hace un par de semanas me tiene bajo un control que ríete tú de la instrucción militar. El cacho-de-plástico es el ojo que todo lo ve. Sabe cuanto camino [el tío va contando mis pasos, y no hay forma de engañarle, que ya lo he intentado], lo que duermo y las calorías que consumo durante el día.
Que por un lado está bien, porque este domingo pasé el día en el campo y después de 21.354 pasos, durante 4h 23 minutos, y un consumo de 936 calorías, oye, me tomé yo la cervecita para reponer fuerzas, con su aperitivito de papas fritas y panceta, la mar de a gusto y con la conciencia sin protestar.
Pero por otro, yo le voy a pedir al cacho-de-plástico que me deje vivir. Que hoy [mientras programo esta entrada] sólo he currado y ya me está friendo a mensajes que dicen que tengo bajo rendimiento y que mueva el culo. Y un cuerno. Voy a discutir yo con el chip este qué es rendir. Que los paseos a la impresora no me los cuenta como pasos de calidad y me da un chichinabo de calorías a cambio que me parecen una risa. Esto voy a negociarlo yo más despacio con el reloj.
Luego me dice que si quiero decirle lo que como ya me hace el computo total. ¡Y otro cuerno! Lo que me faltaba. Que no, que no. El gran hermano me vigila desde mi muñeca y yo no voy a facilitarle más información. Que luego va y les cuenta a las empresas asociadas al cacho-de-plástico lo que duermo, lo que camino y miedo me da que les cuente lo que como. De eso nada. Monada.
Así que aquí me tenéis, monitorizada por un reloj listo, ¡lo que me faltaba a mí a estas alturas de la vida! Ya podía pasarme unas recetas o hacerme la colada en vez de vigilarme tanto, digo. Me iba a caer más simpático el cacho-de-plástico este. Sea como sea, con vigilancia o sin ella, yo voy a seguir a lo mío y os voy a contar mi último reciclaje, que lo traigo para el #reciclandosabores de Rossgastronómica.
Los noodles en mi casa son como el coche escoba, andan siempre tras los últimos ingredientes que rondan por la nevera para darles un final digno. No hay nada que no se pueda saltear con unos noodles de algún tipo. Por loco que te parezca, seguro que hay unos noodles esperando con los brazos abiertos para recibir esos restos de cochinillo asado, verduras picadas de más o salmón sobrante de otra cosa. Este salmón había sobrado de hacer un papillote, un día que íbamos a ser cuatro y nos quedamos en tres. El filete triste se quedó relegado a la última balda de la nevera, y ahí estuvo un día y medio hasta que antes de que empezara a peligrar su integridad, lo rescaté y preparé este plato estupendo que en verdad se puede hacer con cualquier pescado graso [las especias no irían tan bien con pescados blancos, es mejor usar salmón, atún, caballa…]
NOODLES SALTEADOS CON SALMÓN, ANÍS Y CANELA
CAL 419,9 · HC 47,5 · PR 21,7 · GR 17,1 [POR RACIÓN]
INGREDIENTES
- Noodles 100g [2 ovillos]
- Salmón, 150 g
- Aceite, 1 cda
- Ajo, 2 dientes, laminados
- Jengibre, un trozo de 3 cm, laminado
- Anís, 1 estrella
- Canela, media ramita
- Caldo de pollo, 100 ml [medio vaso escaso]
- Salsa de soja, 2 cucharadas
- Azúcar de caña, 1 cucharada
- Nam pla, 1 cucharada [se puede usar salsa de ostras en su lugar]
- *Chile picado y cilantro, opcionales
MODUS OPERANDI
Lo primero es cocer los noodles, en agua hirviendo, el tiempo que indique el envase [suelen ser de 3 a 5 minutos]. Los escurrimos y los enjuagamos bajo el grifo. Reservamos.
En este tiempo, preparamos todo lo que necesitamos para tenerlo a mano. Es una receta de wok, donde los ingredientes se van añadiendo rápido, de modo que no hay tiempo de ir preparando sobre la marcha.
El ajo lo tenemos que pelar y laminar, igual que el jengibre. Además de eso, quitamos la piel y espinas del salmón y lo cortamos en dados no muy grandes [1-2 cm de lado aproximadamente].
Calentamos el wok, y ponemos el aceite. Añadimos el ajo, jengibre, anís estrellado y la canela. Lo salteamos a fuego vivo un minuto. Incorporamos una de las dos cucharadas de salsa de soja, y esperamos medio minuto. Ahora añadimos el salmón, y lo salteamos un minuto para sellarlo. Incorporamos el caldo de pollo, el nam pla, la cucharada de soja restante y el azúcar moreno. Si usamos chile, lo añadimos aquí.
Cocemos ligeramente el salmón unos 5 minutos. Incorporamos al wok los noodles escurridos, y le damos 2 minutos más sin dejar de mover para que empape bien la salsa y se mezcle.
Acabamos con el cilantro. Lo podemos saltear con el conjunto o servir aparte fresco, yo hice lo primero, pero es cuestión de gustos.
Yo también ando con un cacho de plástico de esos y al «joio» le cuesta enseñarme la hora.
En casa preparo pocos noodles y cada vez que te los veo me digo que tengo que tener siempre en el armario. De momento los he apuntado en la lista de la compra que tengo salmón aunque no sea de sobras.
Bss
Elena
Me encanta este maravillosa receta de wok¡¡¡
Besitos ¡¡¡